De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1046
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1046:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Robin se quedó dividido entre la exasperación y la diversión, con una sonrisa resignada en los labios.
La vida consistía en apreciar los momentos felices y a las personas que realmente te importaban, o de lo contrario corrías el riesgo de quedar sumido en el arrepentimiento.
Dos horas más tarde, Robin recibió el contrato de trabajo que había pedido en secreto a su abogado que redactara. Echando un vistazo a las condiciones dominantes, sonrió maliciosamente. Estaba listo para engañar a Dylan.
Al principio, Robin había planeado unas condiciones generosas, pero las acciones de Chloe le habían hecho cambiar de opinión. Al fin y al cabo, ¡las deudas entre hermanos estaban para compartirlas!
Robin aprovechó la oportunidad cuando Dylan estaba sentado solo en la sala de estar y se acercó con el contrato de trabajo bien agarrado en la mano. «¿Qué tal si jugamos a un pequeño juego?».
Robin sugirió con suavidad, con los ojos fijos en Dylan mientras ocultaba el contrato a sus espaldas, con una sonrisa pícara en los labios.
Dylan intuyó al instante que algo no iba bien: Robin estaba tramando algo. «De acuerdo, ¿qué tipo de juego?».
Dylan respondió con naturalidad, decidiendo seguirle el juego solo para ver qué se traía Robin entre manos.
«Que sea un juego de firmas. ¿Qué te parece?».
Propuso Robin, con una sonrisa que amenazaba con ampliarse a pesar de su intento por contenerla.
«Firmar, firmar, firmaré mi nombre…».
Dylan repitió con una sonrisa tonta, aunque un destello astuto brillaba en sus ojos.
La idea de engañar a Dylan hizo que Robin se echara a reír. «¡Pfft!».
Capítulos recién salidos en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒαɴ.c♡𝗺 para más emoción
Exclamó, incapaz de contenerse, emocionado por la idea. Incluso su abuelo siempre había sido cauteloso con la astucia de Dylan, y ahí estaba él, a punto de atrapar a Dylan para que se convirtiera en su chef de por vida. Solo de pensarlo se sentía eufórico: estaba decidido a sacar el máximo partido al talento culinario de Dylan.
«¿Qué te hace tanta gracia?».
Preguntó Dylan, parpadeando «inocentemente»,
como si estuviera desconcertado.
«Oh, nada. Solo me he acordado de algo muy gracioso»,
respondió Robin rápidamente, luchando por contener la risa para no asustar a Dylan.
Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Dylan mientras bajaba la mirada, ocultando los planes que ya se estaban gestando en su mente. Divertido, ¿no? Se preguntó si Robin seguiría encontrándolo divertido en un momento. Engañar incluso a un hombre con supuesta pérdida de memoria… Robin realmente no tenía vergüenza.
«Aquí tienes»,
dijo Robin, deslizando un bolígrafo en la mano de Dylan cuando por fin sacó el contrato.
Señalando la línea de la firma, Robin persuadió a Dylan con exagerada amabilidad: «Si firmas obedientemente aquí, ganas. Pero si lo escribes mal, pierdes».
«De acuerdo»,
Dylan aceptó de inmediato sin la menor vacilación. Sus agudos ojos ojeaban el contrato en segundos, reconociendo inmediatamente que se trataba de un acuerdo unilateral. Robin no quería otra cosa que convertirlo en su cocinero personal con condiciones escandalosas.
«Vamos, firma aquí»,
Robin le instó, dejando traslucir su impaciencia. Si Dylan no firmaba antes de que los demás regresaran, todo su plan se vendría abajo. Pero Dylan solo sonrió tontamente, haciendo girar el bolígrafo entre sus dedos en lugar de escribir su nombre.
«¡Por el amor de Dios! ¿Qué tiene de fascinante un bolígrafo?».
Robin espetó, con evidente ansiedad, mientras agarraba la muñeca de Dylan y respiraba profundamente para calmarse. «Solo firma aquí. En cuanto lo hagas, ganarás y te compraré cualquier juguete que quieras»,
insistió Robin de nuevo, con voz llena de paciencia forzada. Incluso consideró forzar la mano de Dylan para que firmara, pero le preocupaba que la letra no coincidiera y la firma pudiera ser nula.
.
.
.