De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 1031
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Capítulo 1031:
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Con una risa, Dylan descartó la preocupación. «Si se pierde, te compraré uno nuevo. No pasa nada».
Una suave risa escapó de sus labios. «Las compras me han agotado. Prefiero volver ya».
«Por supuesto».
Dylan sacó su tarjeta platino y se la entregó al dependiente para pagar la compra.
Hasta la puerta, el personal de ventas se despidió de ellos con alegre entusiasmo, tratándolos como si fueran invitados especiales.
No muy lejos de la entrada del centro comercial INQ, los ojos de Christina se posaron en un reluciente Koenigsegg que pasó a toda velocidad por un breve instante.
Con las bolsas de la compra en una mano, Dylan le cogió la mano y le dedicó una amplia sonrisa. «Vamos, vámonos».
Ese gesto dejó a Christina desconcertada por un momento, hasta que recordó su fugaz mirada al superdeportivo. La curiosidad pudo más que ella. «Espera, ¿adónde vamos? No estarás pensando en comprarme un superdeportivo, ¿verdad?».
¡Solo lo había visto por casualidad! No quería un superdeportivo…
Una chispa juguetona apareció en los ojos de Dylan cuando redujo la velocidad y miró por encima del hombro. «¿Por qué no? Si te interesa, te lo compraré».
Al oír estas palabras, Christina sintió que sus defensas se derrumbaban un poco. Sinceramente, ¿qué mujer podría decirle que no a un hombre guapo que le hacía una oferta así, sobre todo cuando su sonrisa era tan tierna? Algo había cambiado en Dylan después de su amnesia; la calidez de su sonrisa parecía casi infantil.
Christina no tenía ni idea de que su cálida y encantadora sonrisa era el resultado de un esfuerzo constante. Había pasado tiempo practicando cómo sonreír delante del espejo cada día e incluso había visto vídeos para aprender a hacer que su sonrisa pareciera atractiva sin esfuerzo.
Aún recordaba que Christina le había dicho que estaba guapo cada vez que sonreía. Sin embargo, cada vez que se miraba al espejo, su propia sonrisa le parecía forzada e incómoda. Decidido a cambiar eso, había practicado sin descanso hasta aprender a controlar sus expresiones y sonreír con naturalidad.
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Afortunadamente, su incansable práctica dio sus frutos, permitiéndole fingir ignorancia y amnesia de forma convincente. Sin toda esa práctica, Christina podría haberse dado cuenta pronto de que algo no iba bien.
Inclinándose hacia él, Christina bajó la voz. —De verdad que no hace falta que me compres uno. Tienes más supercoches en tu garaje de los que podrías conducir jamás.
Pasó un momento mientras Dylan se detenía, adoptando una mirada de desconcierto. —¿Ah, sí?
Una pizca de risa brilló en sus ojos. —¿No me digas que has olvidado que eres rico?
Inclinando la cabeza, Dylan respondió con un suave movimiento, dando una impresión de inocente confusión. «Sí».
Sin embargo, Christina le lanzó una mirada, sin ocultar apenas su sospecha. «Es curioso cómo te acuerdas de tu tarjeta de crédito premium cuando llega el momento de pagar».
Dylan se movió incómodo bajo la mirada fija de Christina, con el corazón latiéndole con fuerza, como si fuera a salírsele del pecho. «Aquí hay dinero»,
dijo, señalando la elegante tarjeta de crédito premium mientras la miraba con ojos inocentes.
Mientras hablaba, deslizó su mano en la de Christina. «Chrissie, compremos».
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