De Exesposa Humilde a Magnate Brillante - Capítulo 101
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Capítulo 101:
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La voz cálida y suave de Christina resonaba en la mente de Dylan, y su sonrisa aún permanecía vívida en su memoria. «¿Ves? Hay algo en tu sonrisa… te queda muy bien. Sinceramente, creo que estás mejor cuando te permites sonreír. Deberías hacerlo más a menudo».
Dylan se miró en el espejo. Sus rasgos rígidos le devolvían la mirada, con ojos afilados y casi inflexibles.
Pasó un largo rato antes de que intentara esbozar una sonrisa, tratando de seguir su consejo. Sin embargo, el resultado no le pareció nada natural. La frustración frunció sus cejas y la torpe sonrisa se desvaneció rápidamente.
Decidido, lo intentó varias veces más, cada vez con una sonrisa un poco más suave, aunque nunca llegaba a ser lo que él esperaba. En contraste, la risa de Christina siempre parecía tan fácil y hermosa, su alegría irradiaba sin esfuerzo.
Aun así, Dylan se encontró clavado ante el espejo, practicando una y otra vez, decidido a capturar solo una pizca de esa calidez. Cualquiera que lo conociera se habría quedado completamente boquiabierto al verlo.
Dentro de una tranquila habitación de hospital, Lauretta, sintiéndose aturdida por unas copas, marcó el mismo número familiar una y otra vez, pero la vacilación le impidió hacer la llamada. Una y otra vez borraba los dígitos, y sus ojos cansados se posaban en su hijo dormido a su lado.
Había pasado casi media década desde que tomó la decisión de alejarse de su familia, quemando todos los puentes para empezar de nuevo en una tierra lejana.
A lo largo de los años, Lauretta había borrado todas las formas en que su familia podía localizarla, manteniendo un silencio absoluto durante media década.
Los viejos recuerdos resurgían cada vez que pensaba en su padre: su severidad, sus reglas estrictas, pero también el profundo amor que siempre le había demostrado. El dolor de esos recuerdos era agudo. En retrospectiva, se preguntaba si había sido demasiado implacable en sus decisiones.
En aquel entonces, mientras se divertía en el extranjero, había tenido una aventura de una noche con un desconocido cuya identidad seguía siendo un misterio para ella. Al principio, lo había considerado un encuentro fugaz, nada más. Pero tres meses después, su mundo se trastornó: descubrió que estaba embarazada.
Las preguntas de su padre habían sido implacables, pero la vergüenza la había silenciado. Había inventado una historia sobre un novio, sin querer admitir la verdad sobre la concepción de su hijo. Había mentido, diciendo que su relación había terminado, «protegiendo» obstinadamente la identidad de su supuesto novio. La indignación había estallado en su padre cuando se dio cuenta de que su compromiso con la familia Norris estaba en peligro.
El matrimonio concertado siempre había sido una jaula para Lauretta, que había luchado contra él durante años, suplicando a su padre que rompiera el compromiso. Pero él no cedió. Insistía en que tal decisión provocaría un conflicto entre sus familias y arruinaría su reputación.
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Las cosas cambiaron cuando se quedó embarazada. Lauretta aprovechó el caos e insistió en que era el momento de romper el compromiso. Sin embargo, su padre se mantuvo firme y le exigió que interrumpiera el embarazo.
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