Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 986
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Capítulo 986:
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—Por favor, Daniela, di lo que tengas que decir —instó Elyse.
De repente, Daniela se rió entre dientes. Elyse se inclinó hacia ella, con los ojos muy abiertos por la expectación, pendiente de cada palabra que saliera de los labios de Daniela.
—Tía Elyse, tu idea era bastante impresionante, pero es una verdadera lástima.
El rostro de Elyse se tensó momentáneamente, confundida. —Entonces, ¿por qué es una pena?
—Justo antes de que entraras por la puerta, firmé un contrato. Elyse se quedó perpleja.
—Esa villa que tanto te gusta acaba de ser adquirida para un nuevo parque temático.
Al principio, una sombra de decepción cruzó el rostro de Elyse, pero rápidamente sus ojos se iluminaron. —¿Adquirida? ¿De verdad?
Daniela respondió con un movimiento afirmativo de la cabeza.
—¿Y qué hay de la compensación? ¿Era sustancial? Elyse dio una patada en el suelo, consumida por el arrepentimiento. Si hubiera sabido que se iba a construir un parque temático en esa zona, nunca habría vendido su villa por tan poco. Podría haber ganado una pequeña fortuna en concepto de compensación. Abrumada por el remordimiento, Elyse sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.
—Daniela, dado que esa villa era mía originalmente, ¿no crees que merezco parte de la indemnización? No toda, solo la mitad, el cincuenta por ciento, ¿de acuerdo?
La villa se había vendido por una buena suma y ahora, con la próxima adquisición, su valor seguramente se habría disparado.
Los ojos de Elyse brillaban con fervor; era completamente ajena a la difícil situación de Natalie tras las rejas.
—¿Hablas en serio? —replicó Daniela, con escepticismo en el tono—. Según esa lógica, ¿el nuevo propietario también debería compartir contigo los beneficios del parque temático? Te pagaron cuando vendiste el lugar, ¿no?
Elyse descartó la lógica con un gesto de la mano. —Pero ¿no somos familia? ¿No deberíamos compartir todo lo que nos llega?
Daniela respondió con una sonrisa irónica, perdiendo la paciencia. —Y si yo no hubiera vendido la villa y su valor se hubiera desplomado, ¿te ofrecerías a absorber las pérdidas conmigo?
Elyse se rió sin remordimientos, con alegría. —Oh, Daniela, siempre has tenido un don para sacar provecho de todo. Una pequeña pérdida aquí o allá no significa nada para ti, ¡al fin y al cabo soy tu tía!
Daniela se rió también, más suavemente, mezclando la risa con la tensión residual. No podía soportar la avaricia de su tía.
—Solo dame el cincuenta por ciento del dinero, Daniela. Es una bagatela para ti. Elyse se había preparado para una discusión prolongada, pero la inesperada aquiescencia de Daniela la tomó por sorpresa.
—Muy bien, le diré al equipo financiero que procese la transferencia a tu cuenta.
Una ola de euforia inundó a Elyse, impulsándola casi hacia los brazos de Daniela en una impulsiva muestra de gratitud. Sin embargo, Daniela se adelantó al abrazo con un gesto preventivo.
Rebosante de gratitud, Elyse exclamó: «Te enviaré los datos de mi cuenta bancaria. ¡Oh, Daniela, sé que eres una buena chica!».
Nina, recién llegada del plató, llegó a casa y encontró a Elyse radiante de alegría en la puerta.
Solo unas horas antes, Elyse era la viva imagen del arrepentimiento en el plató; ahora, se comportaba con aire triunfante, como si se sintiera superior a todos los demás. Ignoró ostentosamente a Nina, pasando a su lado con un gesto dramático de desdén. Nina, sin inmutarse, entró tranquilamente en la villa. Al ver a Daniela, le preguntó: «¿Le has dado el dinero a Elyse?».
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