Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 985
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Capítulo 985:
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«¿Tienes que seguir echándome esto en cara? Soy tu madre, te guste o no. Ya he admitido que me equivoqué. ¿Qué más quieres de mí? Pase lo que pase, sigues siendo mi hija. Puedes luchar todo lo que quieras, pero nunca te liberarás. Al igual que Daniela, estás condenada a este destino para siempre».
El cielo se cernía pesado sobre ellas, cubierto de nubes oscuras que lo teñían todo de un gris apagado.
La lluvia caía sin piedad.
Nina se quedó bajo el alero, con la mirada fija en el aguacero.
Daniela había quedado atrapada en la noche en que murió su madre.
Nina había estado atrapada en una infancia desprovista de calor, anhelando eternamente un amor que nunca llegó.
Elyse se acercó a Daniela con un termo de sopa.
—El tiempo en Olisvine siempre es así —dijo, ofreciéndole el recipiente—. Deberías tomar algo caliente.
Los labios de Daniela esbozaron una leve sonrisa. —Tía Elyse, qué visita tan inesperada. Seguro que necesitas algo de mí.
Elyse apretó con fuerza el termo. La agudeza de Daniela siempre le había resultado insufrible.
Elyse esbozó una sonrisa forzada. —Sí. Hoy me he pasado por el plató y he hablado con Nina. Pero sigue resentida conmigo por favorecer a Natalie. No puedo negarlo: la descuidé en el pasado. Y ahora… Daniela, cuando tengas hijos, lo entenderás. Por mucho que lo intente una madre, nunca puede satisfacer las expectativas de todos sus hijos. Siempre hay alguno que se siente menospreciado. Así es como lo ve Nina ahora. Por supuesto, sé que es culpa mía. No la culpo por estar enfadada. Pero una madre y una hija no deben dejar que el resentimiento se encon
Daniela la observó, con una chispa de diversión en los ojos. Una pequeña sonrisa de complicidad se dibujó en sus labios.
Elyse, complacida con la reacción, suavizó el tono. —Tu madre tuvo mucha suerte de tener una hija como tú. Lo que has conseguido, construir un imperio como este, ella nunca lo habría imaginado.
Daniela permaneció en silencio. Sabía que Elyse estaba preparando el terreno para pedirle algo.
Como era de esperar, Elyse enderezó la espalda y su voz se llenó de esperanza. —Daniela, ¿recuerdas la promesa que me hiciste de cuidar de mí cuando fuera mayor? ¿Y qué hay de la villa que compró tu madre? Dijiste que si Natalie se casaba, nos la regalarías como regalo de boda, ¿no? Siempre les he dicho a mis hijas lo generosa que eres, que una villa no es más que una bagatela para ti. Ahora, dada mi difícil situación actual, sin un lugar al que llamar hogar, por no mencionar la condición de celebridad de Nina, que hace bastante incómodo que se quede aquí, ¿qué tal si nos traspasas la villa? Nina y yo podríamos mudarnos allí. Sería más conveniente para todos, ¿no?».
Tenía la garganta seca después de su monólogo. Llevaba mucho tiempo ensayando esta súplica en su mente.
Ahora, con Natalie entre rejas, necesitaba asegurarse algo tangible de Daniela. Sin ello, sus últimos años se presentaban vacíos y sombríos.
Elyse se dio cuenta del silencio de Daniela y soltó una risita nerviosa, intentando aliviar el ambiente. —Por supuesto, Nina está contenta aquí, pero Daniela, piensa en el futuro. Con tus propios hijos en camino y Nina siempre cerca, las cosas podrían complicarse. Lo entiendes, ¿verdad?
Incapaces de soportar la tensión, Lillian y Josie se excusaron en silencio y salieron de la habitación.
Mientras tanto, Daniela permaneció serena, con una expresión indescifrable mientras asimilaba las palabras de Elyse, con un comportamiento que era la paciencia personificada.
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