Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 983
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Capítulo 983:
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Elyse se desplomó en un rincón, temblando. Natalie se debatía contra sus ataduras, con la voz llena de rencor mientras gritaba: «¡Daniela, ya verás! ¡Volveré! ¡Volveré y te mataré!». Esa amenaza puso a Cedric en estado de alerta máxima.
Desde el día en que Natalie fue encarcelada hasta la sentencia final del tribunal, Cedric estuvo presente en todas las etapas, asegurándose de que se hiciera justicia.
Solo después de que se dictó el veredicto, Cedric finalmente exhaló, liberando el aire que no se había dado cuenta de que estaba conteniendo.
Daniela, sin embargo, se mantuvo serena en todo momento.
«Cariño, solo de pensarlo ahora me dan escalofríos», admitió Cedric.
Daniela respondió con una pequeña sonrisa cómplice.
«Pero en serio, ¿cómo lograste esquivarlo así? ¡Fue increíble!».
«¿Ah, sí? ¿Tan genial te pareció?», bromeó Daniela.
«¡Por supuesto! Incluso intenté recrearlo varias veces después, ¡pero no pude!», confesó Cedric, todavía desconcertado.
Daniela soltó una suave risa. «En momentos de crisis, el cuerpo libera adrenalina, lo que desencadena reacciones instintivas. Es una respuesta natural».
Cedric asintió, aceptando su explicación sin más.
Con Natalie fuera de escena, Elyse dirigió de repente su atención a Nina, colmándola de un afecto casi asfixiante en el plató.
Para los demás, parecía la madre perfecta y cariñosa.
Pero Nina sabía la verdad. Natalie se había ido y Elyse solo podía contar con ella ahora.
—Nina —dijo Elyse con voz melosa, colocando un vaso de agua delante de ella—. ¿No te resulta incómodo vivir en casa de Daniela? Ahora eres una estrella en ascenso, tienes fans que te siguen. Quedarte en su casa no es lo ideal. ¿Por qué no le pides a Daniela que te deje mudarte a nuestra antigua villa?
La mirada de Nina seguía fría, indescifrable.
Elyse insistió, con un tono empalagoso. —Daniela iba a darle esa casa a Natalie de todos modos. ¿Qué más da que la cojas tú?
Nina ni siquiera tuvo que pensárselo dos veces. —Eres tú la que quiere mudarse a la casa.
Elyse soltó una risa incómoda. —Cariño, solo me preocupa que vivas sola. Y seamos sinceras, esta ni siquiera es tu casa. Daniela puede no decir nada, pero ¿Cedric? Con el tiempo, seguro que le molestará. ¿Y Lillian? Ya sabes lo difícil que puede ser. ¿No estarías mejor en otro sitio? Ven a vivir conmigo y yo te cuidaré. Siempre has dicho que tenía favoritos, pero esta es mi oportunidad de compensártelo, ¿vale?».
Nina soltó una risa burlona. —Entonces, mamá, ¿tu idea de compensarme solo funciona en una casa grande?
Elyse frunció ligeramente el ceño, aún sin acostumbrarse a ser paciente con Nina.
Elyse se quedó sentada en silencio, incapaz de sacudirse la frustración.
Con Natalie en la cárcel, Nina era la única que le quedaba a su lado. Sin embargo, nunca había visto mucho valor en Nina.
Debido a su parcialidad, la educación de Nina se había quedado muy por detrás de la de Natalie en todos los aspectos.
Elyse exhaló lentamente, con el pecho oprimido.
En ese momento, sonó su teléfono. Un vistazo a la pantalla reveló el nombre del abogado.
—Dury, su hija, Natalie Dury, ha solicitado verla.
Sin dudarlo, respondió: —Allí estaré.
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