Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 864
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Capítulo 864:
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Natalie había estado esperando abajo. En cuanto vio la expresión furiosa de Elyse, la ansiedad se reflejó en sus ojos. —¿Cómo ha ido? ¿Qué ha dicho Daniela?
Elyse soltó un suspiro agudo. —Esa mujer es una zorra. ¡Se ha negado a ayudarte!». Al oír esas palabras, Natalie perdió la compostura. Las lágrimas le corrían por el rostro mientras balbuceaba: «¿Qué vamos a hacer ahora? ¡Mamá, no puedo dar la cara en ningún sitio! ¡Tienes que encontrar la manera de borrar todo lo que hay en Internet! Y luego… encontrar la manera de que me case bien».
Elyse se burló. «¿En esta situación? ¿Quién se atrevería a casarse contigo ahora?».
—Yo. —Una voz fría cortó el aire detrás de ellas.
Natalie y Elyse se iluminaron al oír esas palabras.
Se giraron con entusiasmo, pero su emoción se desvaneció en cuanto vieron a Linden allí de pie.
—¿Tú? —se burló Natalie, con voz llena de desdén—. ¿Qué podría aportar un simple médico de familia? ¿Cuánto dinero puede tener?
Estaba segura de que podría ganar más por su cuenta que casándose con él. ¿Casarse con un hombre pobre y llevar una vida de penurias? ¡Ni hablar! Eso nunca iba a suceder. Si la riqueza no hubiera sido su prioridad, nunca se habría conformado con alguien tan poco atractivo como Doug.
Sin pensarlo dos veces, ella y Elyse se dieron la vuelta para marcharse.
La voz de Linden resonó detrás de ellas. —Puede que yo no tenga mucho dinero, pero Daniela sí.
Natalie se detuvo en seco y soltó una risa seca. —¿De verdad crees que Daniela te haría caso? ¿Te crees que eres Cedric?
Linden la miró con calma. —Me prometió que si me casaba, me haría un regalo.
Natalie miró a Linden con recelo.
—Ya le he pedido la villa que tenías en la colina. Si te casas conmigo, será tuya.
Ella no le creyó ni por un segundo.
Linden sacó su teléfono y les mostró una foto del título de propiedad. —Si tienes dudas, puedes esperar a que consiga oficialmente la villa antes de decidirte.
Elyse no dijo nada. Natalie permaneció igualmente en silencio.
Al ver la codicia en sus ojos, Linden insistió. —Esa villa, si se vende adecuadamente, podría alcanzar fácilmente los miles de millones. Natalie, ¿no es casarse con un rico lo que siempre has querido? Cásate conmigo y no solo tendrás dinero en papel, sino riqueza real y tangible. Sé sincera. En Olisvine, aparte de Daniela…
—Y Cedric, ¿quién más puede ofrecerte esa fortuna? Si te casas conmigo, te casas con un hombre rico, ¿no? Su argumento era irrefutable. Todos esos años de educación no habían sido en vano.
Natalie miró a Elyse.
Elyse dudó. —Pero al fin y al cabo, sigue estando a tu nombre. Es tuyo. ¿Quién sabe a quién se lo dejarás? Y si te divorcias de Natalie, ¿no nos quedaremos sin nada?
Linden esbozó una sonrisa. —Puedo firmar un acuerdo. Si soy yo quien solicita el divorcio, la villa será para Natalie, sin condiciones.
Elyse se inclinó ligeramente. «¿Y si Natalie no puede soportarlo más y quiere marcharse?».
La sonrisa de Linden no se alteró. Era relajada, incluso generosa. «Mientras siga casada conmigo durante cinco años, tanto si quiere quedarse como si quiere marcharse, la villa será suya. Todo lo que acabo de decir se puede incluir en el contrato».
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