Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 854
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Capítulo 854:
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Dejó que las palabras calaran, y el silencio se extendió a su paso. Luego, casi en un susurro, añadió: «Tómate tu tiempo. Elige el camino que quieras».
Cedric se inclinó hacia delante, cogió el acuerdo de divorcio, lo hojeó brevemente y lo volvió a dejar sobre la mesa.
Levantó la vista hacia ella. —¿Qué decisión quieres que tome?
Daniela apretó los dientes contra el labio, invadida por la incertidumbre. Cuando se había despertado antes, casi le había preguntado a Cedric si le tenía miedo.
Cualquiera lo tendría, ¿no?
Dormir junto a alguien como ella, una lunática manchada de sangre, debería haberlo aterrorizado.
Así que se contuvo. En lugar de eso, lo puso todo sobre la mesa, esperando, solo esperando, que él decidiera quedarse.
Hacía mucho que había dejado de creer en las personas y en el amor. Sin embargo, con Cedric, aún le quedaba un atisbo de esperanza.
Era deshonesto, quizá incluso egoísta, atarlo con riquezas materiales, pero ¿qué otra opción tenía? Al fin y al cabo, era lo único que le quedaba que ofrecer.
Cedric permanecía inquietantemente tranquilo, con un aire de fría indiferencia en su actitud, tan diferente al hombre que ella conocía.
Algo en su quietud inquietaba a Daniela. Dudó. —Si el riesgo es demasiado, puedes…
—Dame un hijo —la interrumpió Cedric con tono resuelto.
Daniela se quedó paralizada, con la mente en blanco. —¿Qué acabas de decir?
Cedric no estaba dispuesto a dejar escapar esta oportunidad. —Sé lo que estás a punto de hacer. También soy consciente de que no hay forma de hacerte cambiar de opinión, pero en esta relación he entregado todo mi corazón. Si insistes en arriesgarte y pasa algo, me quedaré solo, y eso sería insoportable. Te pido que me des un hijo, alguien que esté conmigo en el futuro. No es pedir demasiado, ¿verdad?».
Daniela parpadeó mientras procesaba sus palabras.
«¿Qué pasa? ¿No estás de acuerdo?», insistió Cedric.
Daniela entrecerró los ojos. —No puedo darte un hijo ahora mismo.
La respuesta de Cedric fue inmediata e inquebrantable. —Tú tendrás al niño. Yo me encargaré de todo lo demás. No tendrás que mover un dedo.
Cedric hablaba como un hombre de negocios cerrando un trato.
Cuando se trataba de negocios, Daniela se sentía como pez en el agua, manejando los números con facilidad.
Pero cuando se trataba de fanfarronear y negociar, no era rival para Cedric.
—Para ti solo es un niño. Estás dispuesta a renunciar a tu fortuna, ¿por qué te niegas a tener un hijo conmigo? —Cedric era astuto.
Un niño podía llevar a dos, y dos podían llevar a más.
Si no podía quedarse con Daniela, sus hijos sí lo harían.
Estaba seguro de que su plan funcionaría.
Cuando Daniela se lo mencionó a Lillian, esta se mostró preocupada. «Si tengo un bebé y me pasa algo, ¿Cedric podrá criar al niño solo?».
Lillian miró a Daniela, que siempre perdía la cabeza con Cedric, y suspiró.
Cuando alguien tenía un punto débil, nunca podía llegar muy lejos.
Cedric estaba utilizando a un bebé para atar a Daniela a él.
Pero al mirar a Cedric, sonriendo en la cocina, y a Daniela, perdida en sus pensamientos, reconsideró: quizá no fuera tan malo.
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