Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 853
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Capítulo 853:
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De vuelta a casa, Daniela subió las escaleras, cerró la puerta y cayó en un sueño profundo y sin sueños.
Cuando se despertó, ya había amanecido.
La luz del sol se filtraba a través de las cortinas blancas, bañando la habitación con un suave resplandor dorado.
Daniela abrió los ojos y vio un rostro atractivo frente a ella.
—¿Estás despierta, Daniela?
Se incorporó y asintió con la cabeza.
—Has estado dormida bastante rato —comentó Cedric, dejando un tazón de cereales sobre la mesa—. Debes de estar hambrienta. Refresca y come algo.
Daniela observó el rostro de Cedric, tranquilo e impenetrable como siempre.
Sin decir nada, entró en el cuarto de baño, dejó que el agua caliente la bañara y salió unos minutos más tarde.
Cedric cogió el secador sin dudarlo, la empujó suavemente hacia la cama y le pasó los dedos por el pelo húmedo, secándoselo con silenciosa precisión.
El suave zumbido del secador llenó la habitación, con un ritmo constante y relajante.
Daniela rara vez dejaba vagar la mente, pero ahora su mirada permanecía fija en el suelo, con los pensamientos dando vueltas como una marea implacable.
Cuando el secador se apagó, levantó ligeramente la vista y vio que ya había un bol de cereales esperándola.
Comió en silencio.
—¿Quieres algo más? Te lo puedo traer. Tomémonos el día libre, por una vez no vayamos a la oficina.
Cuando Cedric se dio la vuelta para marcharse, Daniela levantó instintivamente la mano para coger la de él, pero se detuvo.
Dejó caer la mano y preguntó: «¿Quieres hablar?».
Cedric permaneció de pie mientras Daniela se sentaba frente a él.
Sus ojos se posaron en ella desde arriba. «Claro».
Se sentó en la silla frente a ella.
Daniela se quedó en silencio un momento antes de meter la mano en el bolso y sacar el acuerdo de divorcio que había preparado de antemano.
—Tengo una fortuna considerable. Si nos divorciamos, legalmente, la mitad es tuya. Toma, echa un vistazo al acuerdo. —Su voz era firme.
Cedric mantuvo la expresión impasible.
Una pesadez se apoderó lentamente del pecho de Daniela. —No he sido la mejor compañera, ni como esposa ni como amante. Pero era feliz contigo.
Cedric no se movió, con el rostro impenetrable.
Daniela insistió: —La villa de la familia Harper tiene malas vibraciones, así que no la incluiré. Pero tengo otras propiedades, nuevas. Son todas tuyas.
Cedric no respondió, y el silencio se prolongó entre ellos.
Daniela se mordió el labio y bajó la mirada hacia el acuerdo. Luego, en voz baja, añadió: —Si no es suficiente, hay otra opción.
Cedric bajó la voz. «¿Qué opción?».
Daniela afirmó: «Entiendes que lo que hago conlleva un gran riesgo. Así que, si crees que lo que te ofrezco no es suficiente, puedes quedarte conmigo. Si me pasa algo, heredarás todo lo que tengo. Y te prometo que, por muy peligrosas que sean mis acciones, ninguna te pondrá en peligro. Siempre estarás completamente a salvo».
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