Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 852
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Capítulo 852:
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Bajo su mirada penetrante, la bravuconería de Caiden vaciló. Pero también sabía que no siempre tendría otra oportunidad. No podía seguir fingiendo suicidios solo para verla. Era su única oportunidad, tenía que aprovecharla.
—Sí, siempre lo he sabido. Katrina solo era una criada. ¿Cómo podría haberlo hecho todo ella sola? Tenía que haber alguien más detrás de ella.
Los ojos de Daniela permanecieron fríos. —¿Y cómo sabes que Brylee y su hija no actúan solas?
Caiden se burló. —Simplemente lo sé. Pero no te lo diré ahora. ¡Sácame de aquí! Cuida de mí en mi vejez. Si aceptas, te lo contaré todo.
La voz de Daniela cortó el aire, aguda y fría. —Sabías que había alguien más detrás de la muerte de mi madre todo este tiempo y no hiciste nada. Viviste de su legado, te paraste sobre su tumba y te diste todos los caprichos sin una pizca de culpa.
Caiden se estremeció ante las palabras penetrantes de Daniela. —No tenía otra opción. Brylee se ganó sus propios enemigos. ¿Qué tenía eso que ver conmigo? Sabes de lo que soy capaz. ¿Qué podía haber hecho? Eras solo una niña. ¿Esperabas que luchara contra esa gente y te dejara huérfana?
Daniela soltó una risa fría. —¿No he sido huérfana toda mi vida?
Caiden tragó saliva y su voz se volvió desesperada. —Al menos para el mundo, tú seguías siendo una rica heredera. Sabes que soy impotente. ¿A quién podría enfrentarme? Lo único que podía hacer era protegerme. Pero escucha: si me sacas de aquí, te lo contaré todo. ¡Te lo juro!
Daniela arqueó una ceja, con tono burlón. —¿Y si no lo haces?
La expresión de Caiden se ensombreció y sus ojos brillaron con una determinación despiadada. —Déjame aquí y este secreto morirá conmigo. Nunca sabrás quién mató a tu madre, Daniela. Estarás atrapada en esta pesadilla para siempre.
Daniela soltó una risita suave y divertida.
Caiden se puso rígido. —¿Por qué te ríes?
Daniela ladeó ligeramente la cabeza. —¿Te parezco asustada?
Caiden dudó. —¿No has estado siempre desesperada por saber quién lo hizo?
Daniela asintió. —Por supuesto que quiero saberlo. Pero soy paciente. Tú eres el que está desesperado, Caiden. Al fin y al cabo, la gente solo mata por amor, por poder o por reputación. Y ahora que estoy más arriba de lo que mi madre estuvo jamás, es solo cuestión de tiempo que vengan a por mí, ¿no?
Caiden se puso rígido.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de Daniela: había dado en el blanco.
Sonrió con aire burlón, maldiciendo en silencio a Caiden por ser tan tonto.
Daniela se puso de pie, con una mirada de lástima en los ojos mientras miraba a Caiden. —Qué pena. Acabas de desperdiciar tu última carta.
Caiden abrió los ojos como platos mientras veía alejarse a Daniela. El pánico le agarró la garganta y le arrancó un grito desesperado. —¡Daniela, no! ¡Te equivocas! ¡Lo has entendido todo mal! ¡Vuelve! ¡Por favor, vuelve!
Cuando Daniela desapareció por la puerta, Caiden se dio cuenta con el corazón encogido de que pasaría mucho, mucho tiempo antes de volver a verla.
La pesada puerta de hierro del manicomio se abrió con un chirrido y luego se cerró lentamente detrás de ella.
Daniela se deslizó en el coche y su silencio se extendió durante todo el trayecto.
Incluso los lazos más estrechos podían ocultar un cuchillo en la oscuridad.
Los recuerdos de la amabilidad de Caiden hacia Brylee afloraron, cada uno más doloroso que el anterior. A medida que el crepúsculo se intensificaba en el exterior, los ojos de Daniela se llenaron de lágrimas.
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