Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 851
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Capítulo 851:
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—¡Daniela! ¡Mereces morir! —Se puso de pie de un salto, listo para abalanzarse sobre Daniela.
Cedric endureció la mirada y se interpuso para protegerla.
Caiden se detuvo de repente. —¿Cedric? ¿Eres tú?
Cedric se mantuvo firme, con el rostro endurecido por la determinación. —Sí, soy yo.
—¡Daniela te ha traído aquí! Cedric, mírame. ¿Ves cómo sufro? Soy el padre biológico de Daniela, y ella me desprecia, y no solo a mí, sino a todo el mundo. ¿Sabes por qué regresó después de divorciarse de Alexander? Vino en busca de venganza, por la muerte de su madre. ¡Es malvada, la artífice de toda esta crueldad! Mira, solo soy un cascarón del hombre que fui. ¿Y la mujer que crees que es un alma pura e inocente? ¡Es despiadada, una auténtica villana! ¡Daniela es un demonio!».
Caiden soltó un aullido enloquecido, cuya voz resonó en las paredes en ruinas, un sonido doloroso para los oídos.
—¡Mira la verdad, Cedric! ¡Mi vida es solo un atisbo de lo que te espera! ¿Cómo puedes amar a una mujer así? Es una locura. Deberías dejarla, escapar de este monstruo. Daniela, estás intentando matar a tu propio padre. Mereces un destino miserable y sin alegría, maldita por toda la eternidad.
El salvaje arrebato de Caiden resonó en todo el edificio en ruinas, y cada grito sonaba como un golpe físico.
Daniela no prestó atención a las palabras de Caiden.
Centró su atención en el médico que estaba a su lado. —¿Cómo está? ¿Sobrevivirá?
El médico, cuyo refinado comportamiento delataba una sonrisa astuta, ajustó el gotero. —No se preocupe. Si quiere que viva hasta los cien años, considérelo hecho.
El cuerpo de Caiden comenzó a temblar mientras el terror se apoderaba de él. Atrapado en ese lúgubre manicomio abandonado de la mano de Dios, sabía que la muerte sería una bendición comparada con el tormento de permanecer allí.
—¡Daniela! Si tienes agallas, ¡mátame de una vez! —gritó.
—¿Matarte? Eso sería demasiado piadoso. Dudo que mi madre quisiera verte tan pronto. —Daniela se dio la vuelta para marcharse.
Una voz furiosa resonó detrás de ella. —¡Daniela Harper!
Daniela se volvió y vio a Caiden levantándose de la cama, con la voz baja y la mirada baja. —Lo siento. Todo fue culpa mía.
Daniela arqueó una ceja.
Caiden levantó la mirada para encontrarse con la de ella. —Te quería. Te abrazaba, te apreciaba. ¿De verdad vas a dejarme aquí? Daniela, te lo suplico. No seas tan cruel. ¡Me equivoqué, lo admito! ¡Llévame a casa, por favor! Aquí hace mucho frío por la noche. El viento aúlla por las ventanas. No puedo dormir. Llévame a casa. Piensa en mí como una mascota inofensiva, algo que tienes cerca, ¿vale?».
La mirada de Daniela era penetrante, y su sonrisa, aún más. —¿En qué estás pensando? Un pecador como tú no merece ningún consuelo. Si realmente lo lamentas, arrepiéntete como es debido en este lugar.
—¡Espera! —gritó Caiden cuando ella se dio la vuelta para marcharse—. Sé lo que estás buscando. Daniela, sé lo que quieres descubrir. ¡Déjame salir y te lo contaré todo!
Daniela se detuvo en seco. Giró lentamente la cabeza y clavó su mirada penetrante en Caiden. —¿Qué acabas de decir?
—Sé que estás investigando la muerte de tu madre. Crees que hay alguien más detrás. Por eso has mantenido a Brylee y a su hija en vilo. Sabes que hay más gente involucrada en la muerte de tu madre. Estás buscando al verdadero cerebro, ¿verdad?
Una mirada gélida se apoderó de Daniela. Bajó la vista hacia él como si no fuera más que basura desechada. «Así que lo sabías todo. Sabías que había alguien más detrás de la muerte de mi madre».
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