Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 847
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 847:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Al llegar al Grupo Phillips, Daniela salió con paso rápido, con Cedric unos pasos detrás. Para un espectador, Daniela podría haber parecido la directora general. Se detuvo, esperando a Cedric, que parecía reacio a acortar la distancia, dando la impresión de que ella estaba dirigiendo una visita guiada por el lugar de trabajo.
Una vez dentro de su oficina, Cedric cerró la puerta con llave.
Fuera, su secretaria se frotaba la nariz dolorida, donde aún se notaba un pequeño bulto, y soltó una risita.
Parecía que la tensión entre ellos finalmente se había aliviado y que habían vuelto a llevarse mejor.
Los últimos días lo habían agotado; Cedric había estado trabajando demasiado y la secretaria llevaba 48 horas sin dormir.
Dentro de la oficina, Cedric preparó una taza de café para Daniela antes de sentarse frente a ella.
El cielo exterior reflejaba el estado de ánimo en el interior, pesado y sombrío.
Cedric luchaba contra los sentimientos de injusticia y el miedo a perder a Daniela.
—¿No había una reunión? —preguntó Daniela.
—En realidad quería hablar —respondió Cedric. Ya no tenía sentido seguir eludiendo el tema, sobre todo porque Daniela parecía dispuesta a abordarlo, sin dejar margen para más evasivas.
Intentando adoptar su postura habitual en las negociaciones, Cedric se sintió desconcertado al ver la expresión de Daniela.
—Tengo que ser sincero sobre lo que pasó aquella noche en la gala benéfica. Lo hice a propósito. Lo siento, Daniela —dijo con franqueza.
Daniela asintió con la cabeza y dio un sorbo a su café. —Está bien.
—No era mi intención avergonzarte. Me sentía abrumado y, por desgracia, elegí la forma más destructiva de provocar una reacción en ti. Los dos estábamos tristes. Te aseguro que, pase lo que pase en el futuro, no volveré a hacer algo así —expresó Cedric con sinceridad, con la voz llena de arrepentimiento. «Te eché mucho de menos durante mi viaje de negocios, pero me daba miedo ponerte en contacto contigo. Josie me dijo que habías tenido problemas para dormir. Supongo que fue por mi ausencia».
«Tienes razón, fue porque no estabas», dijo Daniela con franqueza.
Su confirmación reconfortó a Cedric, pero contuvo cualquier atisbo de esperanza.
Incluso se preguntó si Daniela solo le valoraba por el consuelo que le proporcionaba. Ese consuelo era fácilmente reemplazable. Daniela, con su encanto, podía atraer fácilmente a innumerables admiradores de todas partes. Él sentía que lo que le ofrecía era insignificante en comparación.
—El día que fui a tu oficina, vi un documento en tu escritorio. ¿De qué se trataba? —Cedric hizo una pausa de unos segundos antes de preguntar finalmente—. Vi la palabra «acuerdo», pero no pude ver el resto. ¿Qué era?
Tras una tensa pausa, Daniela respondió: —Es un acuerdo de divorcio.
Daniela estaba siendo demasiado directa.
Una ola de inquietud apretó el pecho de Cedric, dificultándole la respiración. Luchó por mantener la compostura, desviando la mirada para evitar cruzar los ojos con ella. «¿Quieres divorciarte de mí?».
Daniela asintió levemente con la cabeza.
Antes de que pudiera pronunciar una palabra, Cedric se puso de pie de un salto, con las emociones fuera de control.
Daniela se quedó paralizada por un momento antes de escuchar la firme declaración de Cedric. «¡No estoy de acuerdo!».
Su rostro se ensombreció, sus ojos se enfriaron, pero debajo de todo ello persistía un rastro de vacilación.
.
.
.