Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 846
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Capítulo 846:
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Nina se quedó desconcertada por su comentario.
El día que Cedric debía regresar de su viaje, Daniela fue al aeropuerto a recibirlo.
La separación había sido demasiado para ella.
Mientras esperaba en la terminal, la visión de Cedric llenó sus ojos de lágrimas. El silencio llenó el coche durante el trayecto de vuelta.
—Tengo que pasar primero por la oficina —rompió finalmente el silencio Cedric.
Confusa, su secretaria miró a Cedric. —Señor Phillips, hoy no hay prisa en la oficina. Hace tiempo que no viene a casa. ¿No sería mejor empezar allí y ocuparse del trabajo mañana?
Apretando las rodillas, Cedric respondió lacónicamente: —Tengo una reunión urgente a la que debo asistir.
El secretario abrió la boca para objetar, pero el ambiente tenso en el coche lo detuvo.
En ese momento, el teléfono de Daniela vibró.
Era un mensaje de Russell.
«Daniela, hay un nuevo encargo importante».
Desinteresada, Daniela estaba a punto de ignorarlo cuando apareció otra alerta.
«Alguien está dispuesto a pagar mucho dinero por secuestrar a Cedric. Y esta vez no se trata de una suma pequeña, sino de la asombrosa cifra de quinientos millones».
Los dedos de Daniela volaron por el teclado de su teléfono. «¿Quién es el cliente?».
La misión consistía en secuestrar a Cedric y llevarlo a un lugar determinado.
Russell respondió: «Anónimo. No ha pasado por la sede central, sino por una filial. Alita quiere saber si debemos aceptar».
«Adelante», respondió Daniela.
«Son doscientos millones fáciles para nosotros. Y Cedric tiene una recompensa enorme, quinientos millones solo por secuestrarlo, sin matarlo. Parece que alguien está realmente obsesionado con él».
Russell le veía la gracia a la situación, pero Daniela no estaba nada divertida.
La idea de que Cedric estuviera con otra persona le resultaba inimaginable.
Al darse cuenta de los frecuentes mensajes de Daniela, la secretaria le lanzó una mirada sutil a Cedric, preguntándole en silencio si la acompañaría a la oficina o se iría a casa. Cedric apretó los labios, mostrando una timidez poco habitual en él; la secretaria nunca lo había visto así antes.
Cedric no deseaba especialmente evitar ir a casa; lo que más le asustaba era que Daniela le planteara el acuerdo de divorcio, una situación para la que no se sentía preparado.
En el aeropuerto, su primer impulso fue huir al ver a Daniela, pero no podía soportar la idea de marcharse.
Cuando Daniela miró en su dirección, Cedric sugirió tímidamente: «¿Quizás deberíamos ir primero a casa?».
Daniela guardó el teléfono y respondió: «¿No tenías que volver a la oficina? Yo ahora estoy libre, puedo acompañarte». El rostro de Cedric delató un torbellino de emociones.
Daniela preguntó: «¿Hay algún problema? ¿No debería acompañarte?».
«Sí, claro, deberías venir», respondió rápidamente Cedric, con voz ansiosa.
«Me encantaría que me acompañaras».
Se hizo el silencio cuando Daniela volvió a centrar su atención en el teléfono.
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