Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 835
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Capítulo 835:
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Daniela se quedó callada un rato. Al final, murmuró: «Pero, ¿y si perderlo duele más que los episodios?».
Lillian permaneció en silencio y un pesado silencio llenó la habitación.
«Daniela…», rompió finalmente el silencio Lillian, en voz baja. «¿De verdad crees que Cedric sería feliz viviendo así?».
Daniela levantó la vista bruscamente.
El rostro de Lillian seguía impasible, pero en su interior se desataba una tormenta de conflictos que la empujaba a decir lo que pensaba.
La noche anterior, cuando Lee se marchaba, le había advertido: «Tienes que pedirle a Daniela que se divorcie de Cedric, o las cosas se agravarán. Esto es solo el principio». La idea de que el amor de un hombre pudiera permanecer eternamente fuerte era una fantasía; el amor duradero era solo un cuento de hadas.
Este episodio con Cedric lo había demostrado claramente.
Lillian buscó una réplica, pero no se le ocurrió nada. Bajo la mirada misteriosa de Lee, asintió a regañadientes.
Lillian vio que las manos de Daniela comenzaban a temblar. Sintió una punzada de dolor, pero su determinación se endureció.
—Daniela, eres perfeccionista, y Cedric también. Él siempre ha esperado que seas completamente sincera con él, pero tu resistencia solo lo está alejando. ¿Por qué prolongar el sufrimiento? Si terminas con esto ahora, al menos quedará algo de cariño.
Lillian observó el dolor que brillaba en los ojos de Daniela.
Al encontrar demasiado difícil continuar, Lillian sacó el acuerdo de divorcio que había preparado de antemano.
—Daniela, piensa bien en lo que te digo. Cedric lleva toda la tarde esperando abajo y la gente empieza a cuchichear. Voy a subir a buscarlo. —Con esas palabras, Lillian salió y cerró la puerta con un clic.
Los ojos de Daniela se posaron en el acuerdo de divorcio, cuyas palabras le atravesaban el corazón.
Sentía el corazón oprimido y le costaba respirar.
Las palabras de Lillian resonaban en su mente.
«¿Has pensado en lo que Cedric realmente desea? ¿Eres capaz de darle la vida que él busca?».
Daniela permaneció sentada, envuelta en silencio, durante un largo rato.
Cedric irrumpió en la oficina y encontró a Daniela en su escritorio. El cielo se estaba volviendo gris, con densas nubes que presagiaban una tormenta inminente.
Cuando los ojos de Cedric se posaron en Daniela, las amplias ventanas de la habitación proyectaban largas sombras que parecían rodearla. Un escalofrío de aprensión recorrió a Cedric.
Un miedo repentino e inexplicable lo invadió, clavándolo en el sitio y haciéndolo dudar antes de adentrarse en la habitación.
Era como si estuviera al borde de una revelación a la que no estaba preparado para enfrentarse. A pesar de su renuencia, avanzó hacia el interior de la habitación, con pasos rápidos y creciente ansiedad.
—¿Estás bien, querido?
Normalmente, Daniela estaría recostada en el sofá, al alcance de un cálido abrazo tan pronto como él entrara.
Hoy, sin embargo, Daniela estaba sentada formalmente detrás de su escritorio, con un comportamiento frío y distante.
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