Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 825
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 825:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Pero el mundo de Daniela se redujo a Cedric.
Estudió sus labios sutilmente curvados, apretando involuntariamente su bolso, con el corazón latiendo a un ritmo frenético antes de obligar a sus dedos a relajarse.
Lillian, con un arrebato de furia protectora, se abrió paso entre la multitud y apartó a Lydia de Cedric. —¡Cedric, esto es demasiado! Después de tu discusión con Daniela, ¿ella intentó hacer las paces? Podéis discutir todo lo que queráis, pero ¿por qué involucrar a una tercera persona? ¿Sabes que ella…?
—Lillian —interrumpió Daniela, dando un paso adelante y tirando de Lillian hacia atrás. Su mano derecha temblaba ligeramente mientras agarraba su bolso, un movimiento tan sutil que solo un ojo avizor podría percibirlo.
—Ya basta, Lillian —susurró Daniela—. Hay periodistas por todas partes.
A Daniela no le importaban los periodistas. Lo único en lo que pensaba era en Cedric y su Grupo Phillips. Junto a Cedric, Lydia observaba con gran interés a la mujer conocida como la más rica del mundo.
La belleza de Daniela era natural, su tez radiante incluso sin una pizca de maquillaje. Sus ojos, especialmente llamativos, brillaban con una claridad poco común y envidiable.
—Hola, señorita Harper. Soy Lydia Vargas —la saludó Lydia con una naturalidad calculada, extendiendo la mano.
Lillian se tensó y agudizó la mirada, como si estuviera a punto de intervenir.
Sin embargo, Daniela la detuvo con un gesto suave y aceptó el apretón de manos de Lydia con una sonrisa cálida y desarmante. —Encantada de conocerla. Qué vestido tan impresionante lleva esta noche.
Lydia le devolvió la sonrisa. —Gracias. El señor Phillips lo eligió para mí; cree que el rojo es mi color.
Daniela asintió con la cabeza, con una respuesta llena de elegancia. —Sin duda lo es. Si me disculpa, debo marcharme. Disfrute de la velada.
Lydia la vio marcharse, con una pizca de sorpresa en el rostro.
No había pensado que las cosas fueran a salir así. Daniela se mantuvo serena, imperturbable y completamente indiferente a la provocación.
Había dado por sentado que unas cuantas palabras duras romperían la compostura de Daniela, provocándola para que le respondiera de forma brusca y Cedric se sintiera mal por ella. Esto pilló a Lydia completamente desprevenida.
Los organizadores del evento habían colocado inicialmente el asiento de Daniela junto al de Cedric. Lydia se acercó a Daniela y le dijo: —Señorita Harper, lo siento, pero está en mi sitio. ¿Podría buscar otro asiento, por favor?
El sonido de las cámaras llenó el aire mientras los periodistas se apresuraban a capturar el momento.
Todas las miradas se dirigieron hacia Daniela. La multitud esperaba ansiosa su respuesta, preguntándose si se enfrentaría a la atrevida mujer.
Sin embargo, Daniela permaneció perfectamente tranquila.
Miró a Cedric, sus ojos se cruzaron brevemente y le dedicó una sutil sonrisa antes de decir: «Está bien».
Con eso, Daniela se dirigió al fondo de la sala y se sentó en el último asiento libre.
El personal del evento se apresuró en medio del caos, mientras Cedric mantenía una expresión sombría durante todo el tiempo.
Lydia, que observaba con una sonrisa coqueta, bromeó con Cedric: «Sr. Phillips, si me ha invitado para despertar los celos, esa expresión no ayuda. Deberíamos parecer más cercanos, más cariñosos».
La misteriosa y fugaz expresión que había aparecido antes en el rostro de Daniela permanecía en la mente de Cedric, negándose a abandonarlo.
.
.
.