Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 823
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Capítulo 823:
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Pero con Cedric no funcionaría.
Lo consideraría un insulto.
Y ella no sabía hacerlo de otra manera.
Así que apretó los labios, conteniendo una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—Entonces… —Parpadeó, con los ojos enrojecidos—. Lo siento.
No tenía nada más que ofrecer.
Aparte de una disculpa, no tenía nada que darle a Cedric.
Dio un paso atrás, incapaz incluso de fingir una sonrisa.
Se dio la vuelta y se marchó, dejando al secretario de Cedric en estado de shock.
—Señor Phillips, ¿qué está haciendo? Estaba esperando ansiosamente que ella viniera y ahora que está aquí, ¿por qué la rechaza con palabras tan duras?
Nadie había visto nunca a Daniela tan perdida.
Era una de las personas más ricas del mundo y, sin embargo, no tenía ni idea de cómo consolar al hombre al que amaba.
El secretario frunció el ceño. —Señor Phillips, eso ha sido cruel.
Cedric bajó la mirada y apretó la mandíbula.
Ya había dado el primer paso; dudar ahora solo le haría parecer débil. Así que se armó de valor y dio el segundo.
Apretó el teléfono con fuerza, sintiendo cómo la frustración se retorcía en su pecho.
Cuando levantó la vista, su expresión era fría, indescifrable.
—Esta noche, Lydia Vargas me acompañará a la subasta benéfica.
Los ojos de la secretaria se abrieron con incredulidad. —¿Ha perdido la cabeza?
Lydia Vargas era una estrella en ciernes de la división de entretenimiento del Grupo Phillips.
Era atrevida en sus acciones y aún más en su vestuario.
Corrían rumores de que solo había firmado con Phillips Group para acercarse a Cedric.
Incluso había declarado en entrevistas que su único objetivo era conquistarlo.
En la industria del entretenimiento, los estándares morales solían ser endebles y los supuestos principios se dejaban de lado con facilidad.
No importaba si alguien estaba casado, siempre y cuando consiguiera lo que quería: poder, riqueza, un nombre.
—Sr. Phillips, ¿por qué no habla con su esposa? ¿De verdad cree que provocarla así es una buena idea?
La preocupación se reflejaba en el rostro de la secretaria.
Era temprano cuando Daniela salió de Phillips Group y se dirigió de vuelta a Elite Cux.
Lillian arqueó una ceja y miró detrás de ella. —¿Qué pasa esta vez? ¿Has tenido otro problema?
Daniela encogió los hombros. —Esta vez está muy enfadado.
Lillian se recostó en su silla y pausó su videojuego. —¿Por qué no le dices la verdad a Cedric? Solo es su familia, ¿no? No hay necesidad de ceder.
La expresión de Daniela se ensombreció al mencionar a Cedric. Conocer la complicada dinámica familiar de él la hacía desconfiar, un sentimiento que no podía evitar. Al percibir el cambio de humor, Lillian dejó el mando y se centró por completo en Daniela. Los ecos lejanos de disparos virtuales llenaron el amplio espacio de la oficina.
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