Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 776
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 776:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Al percibir su inquietud, Nina se acercó y le preguntó: «¿Qué te pone tan nerviosa?».
Natalie le respondió con voz cortante: «¡Déjame en paz!».
Llegó el séptimo día.
Los segundos pasaban, cada uno más lento que el anterior. Sin embargo, no ocurría nada.
Impaciente, Natalie intentó llamar a Cealmaur, pero la línea estaba ocupada. Sin otras opciones, le envió un mensaje de texto pidiéndole que la llamara.
Natalie siguió esperando, pero en lugar de Russell, fue Elyse quien la llamó.
La voz de Elyse temblaba al otro lado del teléfono. «Natalie, es urgente. Nuestra casa está ocupada por extraños. Tú y Nina tienen que volver inmediatamente».
Natalie estaba tan segura de sí misma y la villa se había vendido tan rápido que casi se olvidó de que la había puesto a la venta.
Al llegar, Nina y Natalie se encontraron con un anciano que sostenía el título de propiedad y les dijo: «Señoras, esta propiedad ahora pertenece a mi jefe. Hoy es el último día para que la desalojen».
En ese momento, Daniela y sus amigas acababan de dejar a Nina. Al oír al anciano, Daniela se volvió hacia Cedric y le preguntó: «¿Qué te parece esta villa?».
Cedric, admirando los alrededores, respondió: «Es excepcional. Tu madre tiene un gusto exquisito. Esta villa en la ladera es realmente un hallazgo único, y he oído que el interior está igual de cuidado».
Cerca de allí, Lillian oyó a Daniela decir: «Avísame si te gusta».
Cedric, mirando al anciano con la escritura, sintió una extraña sensación de reconocimiento. Mientras reflexionaba sobre esa familiaridad, dijo distraídamente: «Me gusta».
Después de que Cedric admitiera su afecto, una sutil sonrisa se dibujó en los labios de Daniela. «Entonces es tuya, un regalo de boda de tu suegra».
Cedric giró la cabeza bruscamente. «¿Eh? ¿Qué acabas de decir?».
Mientras tanto, Elyse estaba en estado de pánico. Se acercó a Daniela, indiferente a la lluvia que la empapaba. Tenía el pelo revuelto y mojado, pegado a la cara. «Daniela, tienes muchos amigos y abogados. ¿Puedes ayudarme a resolver esto? ¡Es una extorsión descarada! Nunca vendí la villa. Esta villa fue un valioso regalo de tu madre. ¡Nunca me desprendería de ella, por nada del mundo!».
Bajo la protección de un paraguas que sostenía Cedric, Daniela observaba con mirada fría. «¿Ah, sí?». El regalo era valioso, pero parecía que no se apreciaba.
«Por supuesto», dijo Elyse con convicción. «Vender esta villa es algo que nunca haría».
La mirada de Daniela se posó en Elyse, observando su estado de confusión, sus emociones distantes y frías. —Quizá alguien más de tu familia la vendió.
Elyse negó inmediatamente esa posibilidad. —No, no puede ser. Nina casi nunca está en casa y Natalie es muy educada. Es la joya que he criado; nunca se le ocurriría vender la villa sin mi permiso.
Daniela asintió y sugirió: «Llamemos a la policía». Dicho esto, Daniela estaba a punto de coger el teléfono.
Elyse miró a Daniela con ojos suplicantes.
«No llames a la policía. Yo la vendí».
Al oír eso, Elyse se quedó paralizada, con el cuerpo rígido por la conmoción durante un largo momento, antes de volverse lentamente hacia Natalie y encontrarse con su mirada indiferente.
.
.
.