Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 1767
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Capítulo 1767:
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Paige se quedó paralizada, agarrando la botella mientras la indecisión la consumía.
Permaneció fuera del dormitorio durante casi media hora, pero no fue capaz de dar el paso definitivo.
Por fin, se apresuró a ver cómo estaba Daniela y se marchó, con el pecho oprimido, sin saber cómo iba a salvar a su propia familia.
—Llueve mucho, doctora Carr. Déjeme acompañarla —dijo Daniela.
Paige asintió levemente, con el rostro pálido y demacrado.
En la puerta, susurró: «Adiós».
Cuando se dirigía al porche, Daniela la detuvo con una sonrisa. «Las buenas acciones nunca pasan desapercibidas. Su familia estará a salvo. No tiene que preocuparse».
Paige la miró fijamente, sin saber qué decir. El insecto pegado a su piel la mantenía en silencio. No podía responder. Lo único que podía hacer era sostener la mirada de Daniela.
Daniela volvió a sonreír y le puso suavemente una mano en el hombro, manteniendo la voz suave. «Adiós, doctora Carr».
Paige parpadeó. Sentía que Daniela sabía algo, pero no había revelado nada.
Y esa frase no dejaba de resonar en su cabeza: «Las buenas acciones nunca pasan desapercibidas. Tu familia estará a salvo. No tienes por qué preocuparte».
Paige avanzó tambaleándose, aturdida.
Al cabo de un rato, un coche frenó en seco a su lado y alguien la empujó dentro sin previo aviso.
«¿Pusiste esa araña en la habitación de Daniela?», preguntó Josh.
Paige se quedó paralizada, incapaz de hablar.
Él le arrebató su botiquín y lo revolvió como un poseso.
La botella que había contenido la araña había desaparecido.
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Josh esbozó una sonrisa de satisfacción. La empujó fuera del coche y le gritó: «Buena elección. Vete a casa y espera a tu familia. Si se lo cuentas a alguien, ¡todos lo pagarán!».
Paige se quedó allí, mirando cómo se alejaba el coche a toda velocidad.
Una hora más tarde, estaba en casa, aferrada a su familia. Se abrazaron, sollozando de alivio.
En ese momento, Paige comprendió lo que Daniela había querido decir cuando le dijo: «Tu familia estará a salvo».
Ella susurró: «Muchas gracias».
Hamilton, por su parte, no podía quitarse de la cabeza la sensación de que algo no iba bien con Paige.
Llamó al hospital, solo para enterarse de que las pruebas de Daniela eran normales y que no se había programado ninguna visita privada.
La noticia hizo saltar las alarmas en su mente.
Corrió a contárselo a Daniela. Cuando la encontró en la sala de estar, ella simplemente miró el micrófono oculto mal escondido debajo de la mesa y dijo: «¿En serio?».
Hamilton se quedó boquiabierto. «¡Escucha, Daniela, esto es serio! ¡Ese médico no actuaba correctamente!».
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