Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 1032
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1032:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Esta caja cuesta lo que ella gana en un año. ¿Podría permitirse algo tan lujoso?», insistió Lillian, con voz escéptica.
«Es un regalo de uno de sus familiares», aclaró Daniela.
Lillian ladeó la cabeza, y su escepticismo se acentuó. —¿Qué tipo de pariente le haría un regalo tan caro?
Reacia a hacer suposiciones, Daniela se quedó pensativa, reflejando la preocupación de Lillian.
—Investiga. Averigua si realmente fue ese pariente quien le regaló los bombones. Si es así, haz que ella corra con los gastos —le ordenó Lillian, asintiendo con la cabeza antes de salir de la habitación.
Sin embargo, se detuvo en la puerta y se volvió para añadir: «Si alguien más se los ha dado, podrían circular rumores sobre tu embarazo. Ten cuidado».
Tras salir de la oficina de Daniela, la señora de la limpieza cruzó la calle desde el lujoso edificio Elite Lux. Allí, oculto tras una máscara, se encontraba Alexander.
«¿Los ha consumido?», preguntó secamente.
—Sí, dijo que eran de su sabor favorito. Le dio las gracias —respondió la señora de la limpieza.
En silencio, Alexander le entregó otros cien mil dólares y se marchó sin decir nada más.
Con una sonrisa pícara, la señora de la limpieza se guardó el dinero en el bolsillo.
Daniela había planeado disfrutar de los bombones después de cenar, lo que hizo creer a la señora de la limpieza que su afirmación de que se los había comido no era del todo falsa.
Volvió a sus tareas con una sonrisa.
Mientras tanto, Alexander estaba sentado en su coche, con la mirada distante y fría.
Estaba profundamente inquieto. La idea de que Daniela estuviera embarazada de Cedric le preocupaba enormemente. Si eso ocurría, ella nunca podría separarse de Cedric.
Conocía bien a Daniela. Atormentada por una infancia inestable, anhelaba una vida estable. La perspectiva de tener un hijo la ataría a Cedric para siempre, independientemente de que sus sentimientos por él estuvieran decayendo. Soportaría cualquier incomodidad para crear la familia estable que siempre había deseado.
¿Y dónde le dejaba eso a él en la vida de ella?
Tenía que actuar rápidamente.
Alexander encontró a Hackett, que estaba visiblemente furioso.
—Alexander, ¿te das cuenta de la audacia de tus actos? ¡Has conseguido que me expulsen de la asociación! ¿Has olvidado cómo te arrastrabas a mis pies para conseguir una oportunidad cuando empezaste?
La mirada de Alexander era penetrante, inquebrantable. —Yo no he tenido nada que ver con tu expulsión. Los demás han perdido la fe en ti. Pero si puedes idear una estrategia que beneficie a la asociación, quizá reconsideren tu expulsión.
Hackett soltó una risa burlona. —¿Tú, precisamente tú, ofreciéndome ayuda? Qué absurdo.
Imperturbable, Alexander se reclinó ligeramente hacia atrás, con expresión serena. —Hackett, está claro que tu intención es socavar a Daniela. ¿Ya has descubierto su punto débil?
.
.
.