Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 1023
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Capítulo 1023:
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«¿Pruebas? ¿Qué pruebas necesitamos?», gritó Hackett, lo suficientemente alto como para que todos se volvieran. «¡Su cuerpo fue encontrado en su casa! ¿Quién más podría haberlo hecho sino Daniela?».
Cedric soltó una risa seca, con los ojos llenos de burla. —Hackett, esa lógica es ridícula. Si alguien cae muerto en tu puerta, ¿eso te convierte en el asesino? Siguiendo ese razonamiento, más vale que eliminemos a la policía por completo.
Hackett, consciente del fallo en su propio argumento, respondió furioso: «Entonces, ¿quién más podría ser? ¡Llevas tiempo persiguiendo a la asociación, acabando con nosotros uno a uno! Ayer Huey, hoy Marcus. ¡No pararás hasta que nos hayas borrado del mapa!».
Cedric sonrió con aire burlón y negó con la cabeza. —Qué gracioso. Piénsalo un momento. Si ya te hemos ganado en los negocios, ¿por qué íbamos a molestarnos en asesinar? ¿Qué ganaríamos con ello?
Un silencio se apoderó de la multitud murmurante mientras asimilaban las palabras de Cedric. Poco a poco, la comprensión se reflejó en sus rostros.
La sonrisa de Cedric se hizo más profunda. —Vamos, no somos tan tontos. ¿Por qué íbamos a matar a alguien y dejar el cadáver en nuestra puerta? ¿Acaso crees que me divierte hundir el valor inmobiliario de Elite Lux y ponerme una diana en la espalda? —Su lógica era irrefutable.
Hackett apretó la mandíbula con frustración, sin saber qué decir. En su desesperación, se volvió hacia Alexander, que había estado observando en silencio desde un lado. —¡Alexander, tú eres el presidente de la asociación! ¡Uno de los nuestros ha muerto! ¿Te vas a quedar ahí parado preocupándote por tu cara desfigurada, o vas a decir algo?
Para entonces, Alexander ya se había vuelto a poner la máscara. Una pizca de irritación cruzó su rostro al recordar el momento anterior: Daniela había necesitado ayuda, pero Cedric se le había adelantado.
El arrepentimiento lo carcomía.
Con el peso de innumerables miradas sobre él, la inquietud se apoderó de él. Su rostro, aún sin curar del todo, le recordaba sus imperfecciones.
La frustración de Hackett estalló, y su mirada se volvió afilada como una navaja. —Alexander, maldita sea, ¡di algo! ¡Eres el presidente! ¿No crees que la muerte de Marcus tiene algo que ver con Daniela y Elite Lux?
Si Alexander señalaba a Daniela, la culpa recaería sobre ella, arrastrando a Elite Lux a una tormenta y dando al Grupo Perry un salvavidas muy necesario en medio de sus dificultades financieras.
Alexander dijo: «Esta situación debe dejarse en manos de las autoridades. Hasta que haya pruebas reales, insto a todos a mantener la calma. Y, personalmente, confío en Daniela, no es alguien que recurriría al asesinato».
El rostro de Hackett se retorció de rabia. Sin decir otra palabra, se dio la vuelta, abrió la puerta de su coche y la cerró de un golpe con un ruido sordo antes de alejarse a toda velocidad.
Alexander, imperturbable, mantuvo su atención centrada exclusivamente en Daniela.
Cuando los últimos curiosos se hubieron alejado, Alexander habló con suavidad. —No le tenía miedo a Hackett. Simplemente no reaccioné con suficiente rapidez. La próxima vez, no dejaré que nadie se interponga entre nosotros.
Sin decir nada más, Daniela y Cedric se dieron la vuelta y regresaron a Elite Lux.
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