Cariño, dèjalo y ven conmigo - Capítulo 1004
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Capítulo 1004:
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Mientras el equipo de relaciones públicas del Grupo Phillips intentaba sofocar el creciente escándalo, las empresas rivales echaban más leña al fuego, amplificando las acusaciones contra ellos.
Justo cuando Daniela estaba a punto de entrar en la sala de consultas, Ryan irrumpió con el teléfono en la mano.
—Daniela, el escándalo se está extendiendo. La asistente está ahora haciendo una ronda por los medios de comunicación. Había planeado una reunión discreta con ella, pero ahora está bajo la custodia de la asociación comercial. La están protegiendo y se está volviendo más atrevida, lo que está provocando una fuerte reacción en las redes sociales.
Daniela dudó en la puerta de la sala de consultas y luego dio un paso atrás.
—Volvamos primero a la empresa.
A Cedric no le importaba el ruido que inundaba Internet. En ese momento, incluso ser el director general del Grupo Phillips le parecía trivial. Si Daniela estaba de acuerdo, estaría encantado de ceder el mando a un gestor profesional. Ya había ganado más que suficiente para que él y Daniela pudieran recorrer el mundo sin preocupaciones durante el resto de sus vidas.
Para él, el dinero no era más que una cifra en una pantalla. ¿Qué sentido tenía acumular más? Prefería invertir su tiempo en tener unos cuantos hijos con Daniela.
De camino a casa, Daniela pilló a Cedric mirándole el vientre a escondidas. Mientras se desplazaba por los últimos titulares, finalmente levantó la vista, confundida.
—¿Qué pasa?
Cedric se inclinó hacia ella y bajó la voz. —Cariño, ¿por qué no te quedas embarazada?
Daniela parpadeó, momentáneamente perdida. —¿Eh?
Cedric reformuló la pregunta con cara seria. —He estado esforzándome, pero todavía no hay bebé.
Al darse cuenta de lo que quería decir, Daniela carraspeó y cambió de tema, ya que no estaban solos en el coche. —La gente se está volviendo loca con tu escándalo. ¿De verdad no te importa?
Cedric se encogió de hombros, completamente imperturbable. «Ni un poco». No le importaba lo que pensaran los demás. La única opinión que le importaba era la de Daniela, y sabía que ella creía en él.
Desde el asiento delantero, Lillian miró a Cedric por el espejo retrovisor. Estaba claro: a Cedric realmente no le importaba. No tenía ni idea de quién se hacía pasar por él, ni se molestaba en preocuparse por ello. En cambio, se recostó, cerró los ojos y se relajó, algo que, por extraño que pareciera, también hizo que Daniela se sintiera en paz.
Una suave sonrisa se dibujó en sus labios al darse cuenta de lo absurdas que habían sido sus preocupaciones anteriores. Siempre le había preocupado arrastrar a Cedric hacia abajo, y ese miedo le había impedido aceptar su propuesta. Pero al verlo ahora, tan tranquilo y despreocupado, Daniela sintió que su propia tensión se desvanecía. Se recostó, cerró los ojos y, antes de darse cuenta, el sueño se apoderó de ella.
En la entrada del Grupo Phillips, el equipo de relaciones públicas estaba reunido en un grupo tenso, con los nervios a flor de piel. El coche se detuvo, pero, para frustración creciente del equipo de relaciones públicas, nadie dentro hacía ademán de salir.
El director de relaciones públicas echó varias miradas, frunciendo el ceño con impaciencia, antes de acercarse finalmente con la mano levantada para llamar. En ese momento, la ventanilla delantera se bajó a un ritmo agonizante.
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