Atraído por mi mujer de mil caras - Capítulo 1084
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1084:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Entre sus protegidos, Kevin y Clarissa eran los que más le importaban.
Para una huérfana como Clarissa, cruzarse con un salvador bondadoso durante sus días más oscuros fue poco menos que un milagro. Bajo el cuidado de Paul, tanto ella como Kevin prosperaron, convirtiéndose en la encarnación de las almas afortunadas.
Kevin, aunque era un hombre de pocas palabras, sentía una profunda gratitud que se manifestaba en todo lo que hacía. Veneraba a Paul, no solo como tutor, sino como figura paterna.
La gratitud de Clarissa era igual de profunda. Ansiaba que la reconocieran como hija de Paul, para poder llamarlo algún día «padre».
Este anhelo consumía su corazón, pero Paul se mantenía distante al respecto. A pesar de darle las mejores cosas y asegurarle un futuro brillante, le negaba el vínculo familiar que ella ansiaba tan desesperadamente.
Esta negativa se convirtió en el más profundo pesar de Clarissa.
Ella se aferró a la esperanza de que sus logros y su arduo trabajo algún día ablandaran su corazón, permitiéndole finalmente reclamar el título de hija. Pero la vida tenía otros planes, y ella se encontró apartada por Paul.
Sus súplicas y lágrimas cayeron en oídos sordos. Paul envió a Elvis para que le diera una fría despedida: este sería su último encuentro.
Cuando Elvis la llevó de vuelta a las ruinas de BIO Grein, el mundo de Clarissa se derrumbó.
Allí había comenzado su pesadilla, allí lo había perdido todo, allí se había quedado huérfana y sumida en la desesperación.
Rescatada y criada por Paul, había salido de esa desesperación a las alturas de la esperanza. Había disfrutado de la mejor ropa, cocina y educación. Con el tiempo, ascendió hasta convertirse en la presidenta del Consorcio Peridot.
Su vida había sido un sueño deslumbrante.
Sin embargo, en un cruel giro del destino, se encontró descartada, devuelta al punto de partida, una vez más, una huérfana impotente.
Cuando se separaron, Elvis le entregó un cheque con expresión sombría. «El Sr. Alvarado insiste en que lo acepte», dijo. «Espera que le facilite el camino. Cuídese».
Con eso, Elvis y su séquito desaparecieron en la niebla de la madrugada.
Clarissa permaneció de pie en la tranquila calle, envuelta en soledad. El peso de la soledad la oprimía, dejando su espíritu vacío.
Pasó un rato antes de que mirara el cheque que tenía en la mano.
Cinco millones de dólares.
El gesto final de Paul: una despedida de cinco millones de dólares.
El número se burlaba de ella mientras dejaba escapar una risa hueca. Para la mayoría de la gente, cinco millones de dólares significaban seguridad, incluso una vida de opulencia.
Pero para Clarissa, que una vez había probado el cenit del lujo y el poder, era una mera limosna.
Con un grito de angustia, se desplomó en el suelo.
La ciudad devastada por la guerra a su alrededor era un fantasma de lo que había sido, con calles desiertas y un aire helado.
.
.
.