Atraído por mi mujer de mil caras - Capítulo 1083
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1083:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Marissa estaba convencida de que Sansa tenía la clave para desvelar los secretos de la organización. Si había un hilo que tirar, sería a través de ella. Esperaba que el terrible estado de Ayla fuera suficiente para hacer entrar en razón a Sansa, pero para su sorpresa, no había hecho mella en su terquedad.
Después de una larga pausa, llena de incertidumbre, Sansa finalmente negó con la cabeza, con voz firme pero defensiva. «Nadie me ha dicho qué hacer. Es natural que una madre quiera a su propia hija».
Marissa miró a Sansa con los ojos entrecerrados, con una mirada aguda. —Sansa, te hemos explicado todo sobre esa vil organización. ¿Por qué no entras en razón? —Su voz rezumaba de decepción—.
Ayla ya está hecha un desastre, ¿y aún quieres arrastrarla de vuelta a esos monstruos para convertirte tú misma en uno? ¿Es eso lo que quieres? ¿Verla convertirse en una especie de fenómeno?
Sansa podía ver la lógica, pero el miedo a Clarissa le mantenía la lengua trabada.
Cuando Sansa permaneció obstinadamente en silencio, la paciencia de Rex se rompió. La abofeteó, y su voz se elevó en frustración. «¡Idiota! ¿Por qué no dices la verdad? Dilo ahora, para que Brian y Tiffany puedan averiguar cómo salvar a Ayla».
Sansa, sintiéndose herida y en conflicto, finalmente soltó: «Ayla y yo… tratamos horriblemente a Tiffany antes. ¿Cómo sabemos que no le harán daño ahora que tienen la oportunidad?».
—Confío en Brian —insistió Rex con tono firme—. Nunca haría daño a los suyos. Tienes que decirnos la verdad, ahora. El tiempo corre.
Paul intervino con tranquila autoridad: —Lo juro, no le haré daño a Ayla. Si alguien de mi familia se pasa de la raya, se enfrentará a las consecuencias, pero no dejaré que nadie ajeno a la familia nos haga daño.
Marissa, a pesar de su evidente desdén por Ayla, se suavizó un poco. «Puede que Ayla no me guste, pero realmente quiero crear una cura para el virus que lleva dentro. A mis ojos, esto es por el bien común».
Miró fijamente a Sansa. «Ahora dime: ¿cómo se puso en contacto contigo esa organización y quién te envió aquí?».
Tras una larga pausa, Sansa finalmente susurró: «Fue Clarissa».
—¿Clarissa? Tanto Marissa como Paul se quedaron paralizados, atónitos. No esperaban que Clarissa fuera la que movía los hilos de Sansa.
En ese instante, todo encajó.
Después de su regreso a BIO Grein, Clarissa no se había desvanecido en la oscuridad. En cambio, se había unido a la organización sospechosa y ahora estaba en Blebert, apuntando directamente a Paul y Marissa. Con un rugido de frustración, Paul dejó caer el vaso con un estruendo que resonó por toda la habitación.
Paul había descubierto a Clarissa en un pequeño pueblo de BIO Grein, un lugar devastado por la guerra. Era un espectáculo dantesco, empapada en sangre, al borde de la muerte, con su familia aniquilada por el conflicto.
Al enterarse de que era huérfana, Paul la acogió y le ofreció amabilidad cuando ella no tenía ninguna. Con el paso de los años, Paul se convirtió en el tutor de muchos huérfanos, fundó un orfanato y destinó su riqueza a su educación, con la esperanza de remodelar su futuro con los recursos que podía proporcionarles.
.
.
.