Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1816
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Capítulo 1816:
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Peyton la miró desconcertado. —¿De qué estás hablando? Túmbate. Dentro de unos días te llevaré a conocer a Clive.
Aileen frunció el ceño. —¿Por qué eres tan generoso?
Peyton la observó un momento antes de preguntar: —Estás sobria, ¿verdad?
Conteniendo la respiración, balbuceó: «No estoy borracha. Todavía puedo beber».
Peyton suspiró, agotando su paciencia. «Ya basta. Tu padre hizo bien en mantenerte alejada del alcohol. Yo tampoco te dejaré beber más».
Aileen puso morritos, claramente sin tomárselo en serio. «¿Y si quiero? ¿Puedes impedírmelo?».
Peyton se acercó y le cerró los ojos con la mano. —Hablas demasiado. Descansa.
Después de decir eso, se enderezó, se sentó en una silla y sacó el teléfono para revisar sus mensajes.
Aileen permaneció inmóvil, incapaz de dormir. Lo observaba, con la mente divagando. No se parecía en nada a Clive.
Clive tenía una presencia ruda y dominante, imposible de ignorar. Peyton, por el contrario, tenía un encanto más tranquilo. Su atractivo no era inmediato, pero cuanto más lo miraba, más intrigante le resultaba.
Cuando los dos estaban juntos, Clive llamaba la atención. Pero Peyton era un misterio, uno que la atraía y la hacía querer descubrir cada una de sus capas.
Sabía que Peyton era un buen hombre, pero aún así no podía olvidar a Clive.
La indecisión la carcomía.
¿Querer a los dos la convertía en una persona horrible?
Unos días más tarde, comenzó el juicio por el asesinato de Corrie.
Elyse y Jennie se sentaron en la sala del tribunal y observaron cómo se desarrollaba el proceso.
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Para su sorpresa, nadie de la familia de Carrie apareció. Solo un abogado defendía a Corrie.
La mujer elegante y segura que había sido Corrie había desaparecido. Ahora parecía vacía, y su belleza se había desvanecido como si los años la hubieran alcanzado de golpe.
Sus ojos, antes arrogantes, ahora no mostraban más que vacío.
Se declaró culpable sin dudarlo. La sentencia: diez años de prisión.
Antes de que se la llevaran, Elyse consiguió verla, gracias a un favor de Jayden.
Cuando Corrie vio a Elyse, intentó sonreír, pero solo le salió una mueca dolorosa.
—¿Has venido a presenciar mi caída? —preguntó con voz quebrada.
Elyse la miró con calma. —Jayden me ha pedido que te dé algo. —Metió la mano en el bolso, sacó una foto y se la entregó. En cuanto Corrie la vio, le temblaron los dedos. Se mordió el labio, luchando por mantener la compostura. «¿Cómo ha conseguido esto?», susurró. La foto mostraba a Louis con el brazo alrededor de Corrie, con una sonrisa feliz en el rostro. Corrie, por su parte, parecía distante, indiferente.
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