Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1815
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Capítulo 1815:
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Un rubor carmesí se extendió por las mejillas de Aileen. Ella le lanzó varias miradas furtivas antes de preguntar en voz baja: «Ese beso… ¿significa que sientes algo verdadero?».
Peyton asintió con rotundidad. «Por supuesto, mis sentimientos por ti son auténticos».
El rubor en el rostro de Aileen se intensificó notablemente.
Peyton sintió cambios sutiles cuando Aileen se movió entre sus brazos. Decidido a evitar otro momento incómodo, tomó el control. Levantándola suavemente, dijo: «Ahora me perteneces, ¿verdad? A partir de este momento, estoy dedicado exclusivamente a ti».
Antes de que ella pudiera responder, su mano se deslizó bajo su falda. Ella jadeó y balbuceó: «¿Qué estás haciendo exactamente?».
«Cálmate, querida. Como tu futuro marido, solo deseo darte placer». Sus dedos se movían con confianza y destreza, acariciando sus lugares más íntimos.
Al principio, el cuerpo de Aileen se tensó por reflejo, pero a medida que continuaban sus suaves caricias, sus músculos se relajaron y ella se recostó contra él, gimiendo suavemente. Consciente de su inexperiencia, Peyton mantuvo un ritmo tierno. Para su sorpresa, la sensibilidad de ella superó sus expectativas, y su excitación se hizo evidente casi de inmediato.
Cuando retiró la mano, Aileen bajó la mirada, con las mejillas sonrojadas por la vergüenza. Esperaba que él se apartara, pero en lugar de eso, él se llevó los dedos a los labios y los saboreó deliberadamente.
«Por favor, deja de hacer eso», protestó ella, mortificada.
—Solo he probado lo que pertenece a mi futura esposa —murmuró él—. Todo en ti me encanta. —Peyton se maravilló de lo perfectamente que su inocencia y belleza lo complementaban. Anhelaba que su matrimonio se celebrara sin demora, liberándolo de la necesidad de contenerse.
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Aileen se sonrojó aún más. —Nuestro matrimonio aún está en el futuro. Todavía no soy tu esposa.
—Si no eres mía, ¿de quién eres? ¿Prefieres a Clive? ¿Es él más digno? —La voz de Peyton se tensó al pensar en su rival, que había conquistado el afecto de Aileen con tanta facilidad. La duda lo carcomía: ¿podría realmente ganarse su corazón?
Absorto en sus pensamientos, Peyton no se dio cuenta de que Aileen lo observaba en silencio. Ella se dio cuenta de que, sin las gafas, sus rasgos eran extraordinariamente atractivos. En sus brazos, sintió una calidez y una seguridad que nunca había conocido.
Su corazón se aceleró cuando le preguntó en voz baja: «¿Por qué tardaste tanto en acercarte a mí?».
«No volvamos a hablar de los errores del pasado. Lamento profundamente no haber actuado antes. Si hubiera reconocido antes lo bien que encajábamos, te habría cortejado inmediatamente», dijo Peyton con tono sincero.
Aileen parpadeó y una brillante sonrisa iluminó su rostro. Bajando la voz, bromeó: «¿Ahora lo lamentas? ¿Por qué no actuaste antes?».
Peyton observó sus mejillas sonrojadas y pensó que había bebido más de la cuenta. Murmurando entre dientes, reflexionó: «Quizá debería besarte ahora que estás achispada».
El corazón de Aileen dio un vuelco al oír sus palabras. Se tiró de la ropa, con una mezcla de orgullo y vergüenza en la voz, y soltó: «Adelante, entonces».
Peyton arqueó una ceja. «¿Eres así de complaciente cuando estás borracha?».
Ella resopló: «Deja de hablar».
Sin previo aviso, Peyton la besó en los labios. Antes de que ella pudiera reaccionar, la tomó en brazos y la llevó hacia el dormitorio. El pánico se reflejó en los ojos de Aileen. «¿No estamos yendo demasiado rápido?».
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