Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1814
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Capítulo 1814:
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Las lágrimas corrían por sus mejillas enrojecidas, y su expresión transmitía una traición genuina. Sin embargo, su objetivo no era más que un inocente electrodoméstico.
Peyton finalmente comprendió por qué todos se esforzaban tanto por mantenerla alejada de la bebida. Mientras que la mayoría de las personas perdían el conocimiento cuando se emborrachaban, Aileen caía en una completa irracionalidad.
Él logró arrebatarle el cuchillo y lo lanzó al otro lado de la habitación.
Sin su arma, Aileen pareció derrumbarse, hundiéndose en el suelo derrotada.
Peyton se arrodilló a su lado, con el rostro marcado por la preocupación. «¿Qué te preocupa ahora?».
Aileen sollozaba incontrolablemente. «Nadie me quiere. Me pueden descartar fácilmente».
Peyton nunca había experimentado una frustración tan profunda. Respiró profundamente varias veces para recuperar la compostura. —Esa afirmación no es cierta. Yo te amo. Soy tu prometido. A menos que ocurra algo catastrófico, tengo la intención de hacerte mi esposa.
Aileen lo miró fijamente, con los ojos llenos de lágrimas y luchando por enfocar la mirada. —¿Aún así te casarías conmigo? ¿A pesar de que soy tan… corrupta?
—Sin duda alguna —afirmó Peyton—. Te quiero tal y como eres. Abrazarte me reconforta.
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Le apretó suavemente la cintura con un gesto de afecto. Al fin y al cabo, era su futura esposa. Un contacto tan inocente parecía permisible.
Aileen suspiró profundamente, con voz teñida de desilusión. —Los hombres siempre engañan. Necesito pruebas concretas antes de creerte.
Peyton se inclinó hacia delante, con curiosidad evidente en su expresión. —¿Qué tipo de prueba te convencería?
La pregunta pilló a Aileen completamente desprevenida. Su mente se quedó en blanco mientras lo miraba, sin saber qué responder.
Él arqueó una ceja con curiosidad. ¿De verdad podía ser tan ingenua? Su total incapacidad para responder le pareció extraña.
Reflexionó para sí mismo que, a pesar de su ocasional sencillez, seguía siendo la mujer que había captado su interés. Sus momentos de ingenuidad no hacían disminuir en absoluto su atracción.
Con deliberada lentitud, se humedeció los labios y se quitó las gafas, dejando al descubierto unos ojos penetrantes y cautivadores que brillaban con intención juguetona.
—Tengo los medios para demostrar mi sinceridad —afirmó con confianza—. La pregunta pertinente es si estás dispuesta a aceptar mis pruebas.
—¿Cómo lo demostrarás? —preguntó Aileen, con voz apenas audible.
El pulgar de Peyton trazó el contorno de sus labios con delicada precisión. —Déjame besarte. Eso servirá como prueba. ¿Aceptas?
Aileen respondió con un gesto vacilante.
Peyton acunó suavemente su rostro entre sus manos y presionó sus labios contra los de ella en un beso profundo. Su lengua separó expertamente los labios de ella, abrumando sus sentidos hasta que la resistencia se hizo imposible. El prolongado beso dejó a Aileen desplomada en los brazos de Peyton, con los labios aún brillantes por la humedad que no había conseguido borrar. Cuando recuperó la claridad en la mirada, Peyton le borró con ternura los restos que aún quedaban en sus labios antes de que ella pudiera recuperar por completo la compostura. Acercó los labios a su oído y le susurró con voz suave: «¿Te ha convencido mi demostración?».
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