Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1764
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Capítulo 1764:
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Al día siguiente, Tracy estaba sentada en el patio trasero charlando con Elyse cuando sonó su teléfono. Era Lowell. Después de escucharlo, soltó un bufido de fastidio y colgó.
Elyse arqueó una ceja. —¿Qué quería?
—¡Les ha contado a sus padres lo nuestro y quiere que los conozca para hablar de nuestro matrimonio! —se burló Tracy—. Yo nunca he aceptado casarme con él.
Elyse suspiró. «Quizá realmente quiere construir una vida contigo por el bebé».
Tracy puso los ojos en blanco. «Está delirando. Todo lo que hice fue una actuación, ¿y él se lo ha creído?».
Elyse asintió con complicidad. —Nunca ha tenido una relación. Tú eres la primera. Probablemente cree que esto es un romance dramático de amor y odio.
Tracy se quedó en silencio, con la boca entreabierta, incrédula.
Elyse se rió entre dientes. —Creías que lo tenías todo bajo control, pero él no está jugando según tus reglas. Para ti, esto es venganza. Para él, es el destino.
Tracy apretó los labios, con expresión agria.
La sonrisa de Elyse se desvaneció mientras sus pensamientos se desviaban hacia otra parte. Shaun acechaba en las sombras, esperando el momento perfecto para actuar. Hasta ahora, no había hecho nada, porque Elyse le había asegurado que los sentimientos de Tracy hacia Lowell eran puramente vengativos. Como mucho, solo le preocupaba el bebé. Pero si Tracy se ablandaba por el niño, no se sabía lo que podría hacer Shaun, impulsivo e inestable.
Tras un largo silencio, Tracy suspiró. —Cuando la gente llega a su límite, acaba haciendo cosas que nunca hubiera imaginado.
Elyse le dedicó una sonrisa tranquilizadora. —Lo sé. Has luchado mucho. Solo intentas arreglar las cosas.
Tracy asintió levemente, pero en el fondo sabía que no había una salida fácil a este lío.
En ese momento, Driscoll se acercó apresuradamente con el teléfono en la mano. Se inclinó y susurró: —Es Jennie.
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—¿Jennie? —Elyse parpadeó sorprendida. Solo había ayudado a Jennie una vez y no habían vuelto a hablar desde entonces.
Driscoll se encogió de hombros. —Está llamando ahora mismo.
Elyse frunció el ceño. ¿Había pasado algo? Cogió el teléfono y dijo con voz suave: «Hola, Jennie. ¿Qué puedo hacer por ti?».
Hubo un largo silencio antes de que la voz temblorosa de Jennie se oyera. «Si hice algo terrible, ¿eso me convierte en una persona terrible? ¿Seguirías ayudando a alguien como yo?».
A Elyse se le encogió el corazón; algo no iba bien. «Por favor, Jennie, dime qué ha pasado. Puedo ayudarte».
«Es demasiado tarde», susurró Jennie, con la voz temblorosa por la culpa. «Ya lo he hecho. Lo siento, Elyse. Me he convertido en alguien que ni siquiera reconozco. No me ayudes más. No lo merezco».
Antes de que Elyse pudiera responder, la línea se cortó.
Elyse quería indagar más, pero Jennie ya había colgado. El silencio repentino la dejó inquieta.
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