Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1749
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Capítulo 1749:
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Lowell se quedó paralizado, invadido por la conmoción, y se volvió hacia Tracy. «¿De verdad quieres abortar? ¿Por qué?».
Elyse intervino: «No te precipites. Aún no ha tomado una decisión. Si decide tener al bebé, vendré a hablar contigo para discutir los siguientes pasos».
La expresión de Lowell se ensombreció. Deseaba decirle algo a Tracy, pero se encontró completamente perdido, sin saber qué decir.
Elyse le instó: «Vete a casa. Es tarde y necesitas descansar».
La mirada de Lowell se posó en Tracy durante lo que pareció una eternidad antes de que finalmente se diera la vuelta para marcharse.
Una vez que se hubo marchado, Shaun se apresuró a apoyar a Tracy, que parecía completamente agotada. —Tracy, ¿estás bien? —preguntó con voz llena de preocupación.
Tracy parecía agotada, con un cansancio que le calaba hasta los huesos. —Estoy bien —murmuró, aunque el cansancio en su voz la delató—. Solo quiero volver a mi habitación y descansar.
Retiró la mano de Shaun y entró en la villa con paso pesado, abatida. Alarmado por su evidente angustia, Shaun buscó inmediatamente a Elyse. —¿Qué le pasa? ¿De verdad Lowell ha dicho que quiere quedarse con el bebé?
Elyse lo confirmó con un gesto de asentimiento. —Si quiere al bebé, nunca tendrás ninguna oportunidad con Tracy.
Shaun retrocedió. «¿Por qué?».
«Piénsalo», explicó Elyse con seriedad. «Si Lowell y Tracy deciden quedarse con el bebé, seguirán conectados para siempre. Tus esperanzas de llevártela a ella y a su hijo se desvanecerán».
Shaun se quedó inmóvil mientras asimilaba las implicaciones. La lógica de Elyse era innegable. Si Lowell lo conseguía y criaba al niño junto a Tracy, su propia posición se volvería insoportablemente incómoda.
No podía separarla de su hija y se vería obligado a presenciar cómo formaban una familia, todo por culpa del bebé.
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Al notar la sombra de preocupación que ensombrecía el rostro de Shaun, Elyse le preguntó con delicadeza: —¿Qué te preocupa? ¿Estás empezando a sentir el peso de esta situación?
Shaun exhaló profundamente y volvió a centrar sus pensamientos en el presente. —Solo me preocupan ciertas posibilidades que podrían hacerse realidad.
Elyse le dirigió una mirada perspicaz. —Temes que Tracy y Lowell puedan reconciliarse por culpa de este niño.
Shaun lo reconoció con un gesto afirmativo.
—No creo que eso vaya a pasar —le aseguró Elyse—. Aunque tengan un hijo que los una, nunca llegarán a ser una verdadera familia.
La perspectiva de Elyse le ofreció a Shaun un rayo de esperanza. A medida que su ansiedad se calmaba en parte, se atrevió a preguntar: —¿Entonces crees que Tracy y yo todavía tenemos posibilidades?
La expresión de Elyse se volvió cautelosa. —Eso depende completamente de tu actuación.
La breve sonrisa que había comenzado a formarse en los labios de Shaun desapareció al instante.
Después de ver a Tracy, Lowell evitó ir a casa. En lugar de eso, regresó a la oficina. La casa parecía desolada y vacía, lo que hacía que la sala de la empresa pareciera un refugio preferible para pasar la noche.
Al entrar en el garaje de la empresa, Lowell vio a Dolores caminando hacia el ascensor, con una bolsa en la mano.
Desconcertado, salió del coche, corrió tras ella y la llamó: «¡Dolores! ¿Qué haces aquí?», le preguntó. «¿No se supone que estás castigada?».
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