Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1748
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Capítulo 1748:
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Lowell apretó los dientes con fuerza. «Elyse, tú eres la que está siendo irrazonable. Tracy lleva a mi hijo. ¡Ella me pertenece!».
Elyse respondió apasionadamente: «¡Ella tiene todo el derecho a elegir separarse de ti!».
Lowell sintió que se desataba una tormenta en su interior al escuchar las acusaciones de Elyse. Era como si ella lo estuviera acusando de faltarle el respeto a Tracy, pero lo único que él quería era traer a Tracy de vuelta a su vida, de vuelta a su espacio compartido, donde podía sentir su calor después de un largo día, apoyarse en ella y abrazarla.
«¡No te metas en nuestros asuntos!», gritó, con una voz que era una mezcla de frustración y desesperación.
Elyse abrazó con fuerza a Tracy, con voz aguda y firme. «Tienes que dejar de ser tan presuntuoso. No creas que solo porque está embarazada puedes controlarla».
Tracy se encontró atrapada en medio, dividida entre Elyse y Lowell. Una fuerte resistencia surgió en su interior, reacia a irse con Lowell. En ese momento, Shaun regresó. Al salir del coche, se fijó en que Lowell estaba agarrando a Tracy por el brazo. La rabia se apoderó de él al instante.
Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre Lowell y le propinó un puñetazo en la mandíbula.
Tomado por sorpresa, Lowell no pudo reaccionar a tiempo y sintió el impacto resonar en todo su cuerpo, lo que le obligó a soltar a Tracy.
Shaun sacudió la mano dolorida y se volvió hacia Tracy, con preocupación en el rostro. —¿Estás bien?
Tracy negó con la cabeza y miró fríamente a Lowell mientras hablaba en voz baja. —Independientemente de tus intenciones, no iré contigo.
Lowell se tocó la mejilla magullada, con una mirada desafiante en los ojos. —Tracy, eres mía y nadie puede cambiar eso.
Ella negó con firmeza. —¡No! Yo me pertenezco a mí misma y ninguno de los dos puede alejarme de aquí.
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—Entonces esperaremos y ya veremos —respondió Lowell con voz desafiante.
Shaun frunció aún más el ceño, cada vez más molesto. Agarró a Lowell por el cuello y le dijo en voz baja y feroz: —¿Qué haces aquí? ¿Qué te hace pensar que puedes llevártela?
Lowell le devolvió la mirada con intensidad inquebrantable. —Soy el padre del hijo que Tracy va a tener. Tengo más derecho a estar aquí que tú.
Sus palabras tocaron la fibra sensible de Shaun, haciendo que su furia se disparara. —¿Y qué? No creas que eso te da derecho a atarla a ti para siempre.
Lowell soltó una risa suave, teñida de sarcasmo. —Qué gracioso. Al menos Tracy y yo vamos a tener un hijo. ¿Y tú qué tienes?».
La expresión de Shaun se endureció y en sus ojos brilló una chispa de violencia.
Elyse, sintiendo cómo aumentaba la tensión, se interpuso entre ellos. «¡Basta! Tenéis que calmaros los dos».
Separados por la intervención de Elyse, ninguno de los dos dijo nada y se dieron la espalda.
Elyse se volvió hacia Lowell, con voz firme. —Tienes que irte a casa. Aunque Tracy estuviera contigo antes, vuestra relación es demasiado complicada. No puedes recuperarla con unas pocas palabras. Si intentas obligarla, no te lo permitiré.
Lowell replicó: —No necesito tu permiso. Ella tendrá este bebé. Estoy dispuesto a darle un futuro a ella y al niño.
Elyse miró a Tracy, que permanecía en silencio. Con un suspiro, continuó: «Tú no puedes decidir si este bebé va a nacer. Esa es una decisión que solo Tracy puede tomar».
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