Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1731
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Capítulo 1731:
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La situación era como un tornillo que le apretaba el corazón. Corrie tenía a su mejor amiga como rehén, dejándola dividida entre la lealtad y la certeza de que sus acciones herirían a Brook.
Después de reflexionar durante un largo rato, Jennie murmuró para sí misma: «¿Cómo puedo evitar hacer daño a Brook y a mi mejor amiga?».
Pero las soluciones se le escapaban como el humo entre los dedos. Cada tic del reloj acercaba la temida hora de la reunión, y su pulso se aceleraba con cada momento que pasaba.
El sonido de la puerta principal al abrirse rompió el torbellino de pensamientos.
Brook apareció en la puerta y sus ojos se fijaron inmediatamente en la postura encorvada de Jennie. Al acercarse, una expresión de comprensión se dibujó en su rostro. —Algo te preocupa. Lo veo en tus ojos.
Sorprendida por su inesperada aparición, Jennie se enderezó y esbozó una sonrisa forzada. —¿Qué te trae por aquí tan pronto? Creía que estarías en la oficina.
—Tengo un viaje de negocios —explicó Brook—.Solo tenía que coger algunas cosas para unos días fuera».
«¿Te vas?», preguntó Jennie con voz entrecortada. «¿Varios días?».
Brook asintió con la cabeza y señaló hacia el dormitorio. «¿Me ayudas a hacer la maleta?».
A Jennie se le hizo un nudo en la garganta al intentar articular palabra. ¿Cómo podía explicarle las amenazas de Corrie? Saber lo unida que estaba Camille a Brook no hacía más que aumentar la incomodidad que ya sentía.
Cuando Brook desapareció en el vestidor, Jennie lo siguió con la mirada, con la mente a mil por hora. Tras dudar un momento, se levantó para ayudarlo a hacer las maletas.
—¿Seguro que estás bien? —La voz de Brook denotaba preocupación al observar su palidez—. No tienes buen aspecto.
—¿Qué? ¡Mi cara está perfectamente bien! —Las palabras de Jennie salieron a la defensiva, con el corazón acelerado por su observación.
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Los dedos de Brook encontraron sus mejillas y las estiraron juguetonamente en una sonrisa artificial. El gesto gentil contrastaba con la tormenta que se avecinaba en su interior.
—No puedes ocultarlo; algo ha apagado tu luz —dijo él en voz baja.
Buscando una excusa, Jennie inventó una verdad a medias. —Supongo que estoy triste por tu viaje. Eso es todo.
Una cálida risa escapó de los labios de Brook. —¿Ya me echas de menos? Dilo y te llevaré contigo, para que no te sientas sola.
—Gracias, pero solo sería un estorbo —murmuró Jennie, sacando ligeramente el labio inferior.
—Entonces me quedaré —declaró Brook—. El trabajo puede esperar.
—¡Ni hablar! —La fuerza de la respuesta de Jennie la sorprendió incluso a ella misma—. Ahora tú estás al mando. La empresa te necesita. ¿Cómo vas a pagar a todo el mundo si empiezas a holgazanear?
—Jayden podría encargarse de todo.
Jennie negó con la cabeza con firmeza. —Pero dijiste que se había retirado del Grupo Owen. Este es tu sueño: hacer prosperar la empresa. Ahora está en tus manos.
Brook la miró pensativo, acariciándose la barbilla. —Es cierto. Pero ¿estás segura de que estarás bien sin mí?
Jennie esbozó una sonrisa y asintió con la cabeza, ocupándose de terminar de hacer las maletas.
Una vez cerrada la maleta, se atrevió a preguntar: —¿Cuándo te vas?
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