Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1709
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Capítulo 1709:
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Tracy permaneció en silencio, con el rostro impasible.
La voz de Shaun se quebró por la desesperación. «Por favor, vete conmigo. Si quieres acabar con la familia Ruiz, yo puedo ayudarte. No tienes que hacerlo tú sola. No puedo verte hacer esto. No puedo soportarlo».
Dicho esto, enterró la cabeza en el cuello de Tracy, con el cuerpo temblando por los sollozos silenciosos.
Tracy miró fijamente el parterre junto a la puerta. Tras una larga pausa, habló con voz firme. —No descansaré hasta haber desmantelado todo lo que representa la familia Ruiz.
Shaun se quedó allí, sintiendo una oleada de frustración y tristeza.
Si se hubiera dado cuenta antes, si hubiera visto las señales, Tracy no se habría visto empujada a tales extremos, haciendo cosas que la lastimaban en el proceso.
Todo era culpa suya.
No podía abandonarla ahora, después de todo lo que había pasado. No importaban los errores que hubiera cometido o el lío en el que se hubiera metido, él estaría a su lado.
Se lo debía.
Tracy le dejó llorar un rato, su silencio era un consuelo silencioso. Luego, tras respirar hondo, le dio una palmadita en el hombro y le dijo en voz baja: «Deja de llorar. Tengo que volver a casa a tomarme la medicina».
Shaun levantó la cabeza y se secó la cara, con los ojos enrojecidos por las lágrimas. Asintió con la voz firme, pero teñida de preocupación. —De acuerdo. Si necesitas algo, envíame un mensaje. Te ayudaré.
Tracy asintió brevemente. —De acuerdo. Ya deberías irte.
Con la medicina en la mano, se dio la vuelta y se alejó, cerrando la puerta suavemente tras de sí. Se dirigió a la cocina, leyó las instrucciones del médico y tomó la medicación según las indicaciones.
Mientras sostenía un vaso de agua en la mano, sus ojos se posaron en la ventana. Sus pensamientos eran una tormenta silenciosa, pero su determinación era férrea. Las cosas habían llegado hasta aquí y ya no había vuelta atrás.
Tracy se llevó la mano al abdomen y una leve y misteriosa sonrisa se dibujó en sus labios. «Casi tres meses. Te daré el informe de la revisión prenatal como sorpresa, Lowell. No me decepciones».
Después de tomar la medicina y esconder el resto, regresó al dormitorio, con la mente ya puesta en lo que vendría después.
Lowell, al sentir un movimiento a su lado, murmuró aturdido: —¿Has salido?
La voz de Tracy era suave cuando respondió: —Solo he bajado a por agua. Se me olvidó dejar un vaso en la mesita de noche.
Lowell asintió, todavía somnoliento. —Mañana te dejaré un vaso de agua para que no tengas que levantarte.
Tracy sonrió levemente. —Gracias, cariño.
Lowell la atrajo hacia sí y le dio un beso suave en la mejilla. —Buenas noches.
Tracy permaneció inmóvil en sus brazos, con el rostro impasible, mientras se preguntaba cuál sería su reacción cuando descubriera la verdad. ¿Cómo se sentiría al saber lo mucho que la quería? Una emoción la recorrió al pensarlo.
Una semana después de su viaje de negocios, Lowell no pudo resistirse a llamar a Tracy en cuanto aterrizó el avión.
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