Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1684
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Capítulo 1684:
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Jayden ladeó la cabeza. —Entonces, ¿vas a dar la espalda tanto a Elyse como a Lowell?
Tracy asintió con convicción.
—Entonces —dijo Jayden con suavidad—, solo queda una tercera opción. La única que te queda.
Tracy parpadeó, con sospecha en su voz. —¿Qué tercera opción?
Jayden la miró con aire de saberlo todo. —Shaun.
Su temperamento estalló como una cerilla encendida. —¿Por qué meterlo en esto? ¡Ha perdido la memoria!
—Es cierto —admitió Jayden—, pero ya no. Lo ha recuperado todo. Y te recuerda.
Tracy retrocedió como si la hubieran golpeado. —¡Eso es absurdo! —replicó—. ¡Es mejor así, mejor que me haya olvidado! Quiero enterrar el pasado tanto como él. Estamos en paz. Deberíamos mantenernos alejados el uno del otro.
Jayden arqueó una ceja. —Esa puede ser tu opinión, pero ¿la de Shaun? Él no lo ve así.
Tracy exhaló bruscamente, con un tono de agotamiento en la voz. —No me importa cómo lo vea él. ¡No quiero verlo!
Jayden esbozó una media sonrisa. —Bueno —murmuró—, ese barco ya ha zarpado. Porque él se dirige hacia ti en este momento.
—¿Qué? —El corazón de Tracy dio un vuelco y se giró, conteniendo el aliento ante la posibilidad de que Shaun estuviera allí.
Antes de que pudiera completar el giro, unos brazos fuertes la envolvieron en un abrazo desesperado.
Shaun la apretó contra sí, con el rostro desencajado por la angustia.
Tracy se quedó paralizada, con todos los músculos tensos como una estatua. El tiempo pareció detenerse mientras su mente luchaba por procesar la repentina intimidad.
Shaun enterró el rostro en el hueco de su cuello, y su respiración entrecortada le quemaba la piel, como si intentara memorizar su esencia.
Un pesado silencio los envolvió a ambos. Algo húmedo le resbaló por el hombro y sintió que su postura rígida comenzaba a relajarse a pesar de sí misma.
—Déjame ir —ordenó, con una voz tan frágil como la escarcha invernal. Shaun solo negó con la cabeza, apretándola con fuerza entre sus brazos.
—Si no me sueltas —advirtió Tracy, con un tono de acero en las palabras—, puedes olvidarte de mi perdón. Solo entonces él aflojó por fin el agarre.
Se frotó el rostro manchado de lágrimas con manos temblorosas, tratando de mantener la compostura, aunque el miedo se reflejaba en sus ojos. —¿Qué tengo que hacer para ganarme tu perdón? —suplicó con voz quebrada.
Una risa aguda y sin humor escapó de los labios de Tracy mientras se alisaba la ropa, como si intentara borrar su contacto. —¿Por qué debería perdonarte? ¿Crees que con unos cuantos gestos simbólicos todo se arreglará? ¿De verdad crees que eso es posible?
—Sé que ganarme tu perdón no será fácil —insistió Shaun—, pero quiero que volvamos. Por favor, dame una oportunidad.
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