Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1676
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Capítulo 1676:
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Jayden corrió a su lado y la rodeó con sus brazos protectores. —Tracy no está preparada para verte. ¿Nos vamos?
La miseria se dibujó en su rostro mientras asentía derrotada. —¿Qué otra opción tengo? Se ha escondido como una tortuga en su caparazón y no puedo obligarla a salir.
Jayden suspiró suavemente mientras la ayudaba a levantarse.
Por encima de ellos, invisible, Tracy observaba su retirada con los ojos llenos de lágrimas.
El repentino sonido de su teléfono la sacó de su ensimismamiento: el nombre de Hardy apareció en la pantalla. Respondió con movimientos mecánicos.
—Bien hecho. Elyse se ha rendido y se ha ido —informó Hardy—. Tu tapadera ha saltado, pero podemos ganarte algo de tiempo.
La voz de Tracy temblaba. —Estaba llorando hace un momento… tan desconsolada. Es…
Elyse había esperado ansiosa durante todo el día, y su inquietud aumentaba con cada hora que pasaba sin noticias de Tracy. Cuando el peso de la incertidumbre finalmente aplastó su determinación, buscó a Jayden, quien respondió a su mirada suplicante con malas noticias.
—Mi equipo de vigilancia solo ha visto a Lowell entrar en el complejo de villas, no hay rastro de Tracy.
—Entonces no puede estar allí, ¿verdad? —Un temblor de esperanza desesperada se apoderó de la voz de Elyse.
Los hombros de Jayden se hundieron bajo un peso invisible. —Hay otros dentro. Creo que Tracy intuyó algo y buscó refugio allí.
Elyse se mordió el labio inferior mientras la determinación se cristalizaba en su interior. —¿Dónde está esa zona de villas? Necesito que me lleves.
Él arqueó las cejas, sorprendido. —¿Quieres ver a Tracy? ¿Estás segura de que ella quiere verte?
—Tengo que intentarlo —susurró Elyse, con una firmeza que contrastaba con su voz suave.
Tras sopesar las consecuencias, Jayden cedió—. Muy bien, te llevaré.
Un silencio sofocante envolvió el trayecto hasta la zona de las villas. Al llegar a una entrada en particular, Elyse se quedó hipnotizada por el sol moribundo, con las emociones agitándose como olas azotadas por una tormenta.
Su dedo tembloroso encontró el timbre. Lo pulsó una vez, dos, y luego frenéticamente, pero cada sonido fue engullido por un silencio aplastante. Cuando la desesperación se apoderó de ella, golpeó la puerta con los puños. —¡Tracy, sé que estás ahí! ¡Por favor, sal! —Sus angustiosas súplicas resonaron sin respuesta hasta que se derrumbó, con lágrimas corriendo por su rostro.
Jayden corrió a su lado y la envolvió en sus protectores brazos. —Tracy no está preparada para verte. ¿Nos vamos?
La miseria dibujaba profundas arrugas en su rostro mientras asentía derrotada. —¿Qué otra opción tengo? Se ha escondido como una tortuga en su caparazón y no puedo obligarla a salir.
Jayden suspiró suavemente mientras la ayudaba a levantarse.
Por encima de ellos, invisible, Tracy observaba su retirada con los ojos llenos de lágrimas.
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