Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1652
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Capítulo 1652:
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«Por favor, más suave», susurró ella con voz temblorosa. «Estás siendo demasiado intenso».
Sus ojos se suavizaron mientras la miraba. «Te he echado mucho de menos, cariño. La idea de perderte…». Su voz se quebró por la emoción. «¿Sabes lo que me ha hecho eso?».
La vulnerabilidad de sus palabras dejó a Elyse sin habla.
Se dio cuenta de que nunca le había preguntado por sus sentimientos durante aquel momento angustioso en el que el avión de combate se cernía sobre ellos como la sombra de la muerte, listo para atacar en cualquier instante.
Desde su recuperación, él había mantenido una presencia tan firme e inquebrantable que ella había olvidado que él también podía estar atormentado por el miedo a perderla.
Un dolor agridulce le llenó el corazón mientras se levantaba y le rodeaba el cuello con los brazos. —Yo también te extrañé —sonrió, con los ojos brillantes—. Ese día en el escenario, lo único que quería era encontrarte, sentirme segura en tus brazos. Fue entonces cuando comprendí de verdad que tú eres mi ancla en este mundo.
La expresión de Jayden se derritió en pura adoración. «Y tú eres mía», susurró él, con la voz cargada de emoción.
El calor le subió por el cuello mientras murmuraba: «Entonces, esta noche es tuya, pero… no seas demasiado brusco».
Su tacto se volvió ligero como una pluma mientras prometía: «Haré que esta noche sea inolvidable para ti, mi amor».
Elyse se despertó y encontró la cabeza de Jayden pesando sobre su pecho. Respiró hondo e intentó apartarlo.
El movimiento solo lo hizo revivir. En lugar de aflojar su abrazo, sus brazos se apretaron más alrededor de ella.
La presión era sofocante, como una pitón apretando su presa. Agarrándole un puñado de pelo, ella resopló: «No me extraña que tengas pesadillas, me has estado asfixiando toda la noche».
Jayden se acurrucó más, dejando escapar un suspiro de satisfacción. «Mmm, eres mucho mejor que cualquier almohada».
—Eres cómodo —refunfuñó ella, con la voz amortiguada contra él—. Pero estoy a dos segundos de perder el conocimiento.
Jayden levantó la cabeza y sonrió perezosamente cuando sus miradas se cruzaron. —¿No te hice feliz anoche? No parabas de decir que no, pero cada vez que intentaba alejarme, te aferrabas a mí como si fuera tu manta favorita.
El rostro de Elyse se sonrojó y se tapó la boca con la mano. —¡No es verdad! ¡No seas ridículo!
La respuesta de Jayden quedó amortiguada bajo la palma de ella mientras murmuraba algo incoherente. Finalmente, se apartó y se sentó con una sonrisa irónica. Su timidez nunca dejaba de sorprenderlo. Habían pasado innumerables noches juntos, pero ella todavía se sonrojaba como una adolescente enamorada en el instituto.
Un destello travieso brilló en sus ojos. Su timidez era innegablemente encantadora, y burlarse de ella se había convertido en uno de sus pasatiempos favoritos.
Ajeno a sus pensamientos, Elyse agarró su ropa y se dirigió directamente al baño, con pasos rápidos por la vergüenza. Jayden la siguió, sonriendo como un gato con un secreto.
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