Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1628
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Capítulo 1628:
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Elyse reflexionó sobre la pregunta antes de responder con una leve sonrisa: «Quizás sea porque soy la más adecuada para ser el cordero sacrificial».
Luna parpadeó confundida. «¿«Cordero sacrificial»? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Por qué te llamas así?».
La sonrisa de Elyse se hizo más profunda mientras respondía enigmáticamente: «Si no soy un cordero sacrificial, ¿cómo podría una extranjera como yo convertirse en concertino para la actuación de tu país?».
Luna seguía confundida, aunque un destello de comprensión pareció pasar por sus ojos. Elyse no tenía ningún interés en dar más explicaciones. Sin decir nada más, se dio la vuelta y se marchó.
Los ensayos se prolongaron hasta bien entrada la noche, antes de que Elyse pudiera finalmente marcharse.
Justo cuando ella y Chloe estaban a punto de regresar al hotel, vieron un coche familiar aparcado a la entrada del recinto. Rebecca estaba de pie junto a él, con una brillante sonrisa en el rostro, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
Chloe, con un tono de incomodidad, murmuró: «La forma en que está ahí de pie saludando… es un poco espeluznante».
Elyse asintió con complicidad. «Mañana es la gran noche. No va a correr ningún riesgo. Me tendrá bien controlada para asegurarse de que no me escape antes de la actuación».
Chloe negó con la cabeza y dejó escapar un suspiro de cansancio. —Así como lo dices, parece aún peor.
Resignadas, las dos se dirigieron al coche. Rebecca siguió sonriendo imperturbable mientras les hacía señas para que subieran. —No conocéis la zona. Dejad que os lleve al hotel.
Elyse le devolvió la sonrisa con otra igual, con voz cortés. «Gracias. Eres muy amable. Después de un día tan largo, te has tomado la molestia de venir a recogernos».
La sonrisa de Rebecca se hizo más profunda, su tono era ligero, pero indescifrable. «Por supuesto. Al fin y al cabo, somos amigas».
Una vez dentro del coche, Elyse echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, invadida por el cansancio. Rebecca tenía intención de charlar, pero al verla tan agotada, se contuvo.
Cuando llegaron al hotel, Elyse seguía somnolienta. Salió del coche con lentitud, apenas conteniendo un bostezo.
La voz de Rebecca tenía un tono tranquilizador. —Solo un día más. Cuando termine la actuación de mañana, por fin podrás descansar.
Apoyándose en el hombro de Chloe, Elyse murmuró somnolienta: —Gracias… Hasta luego.
Rebecca asintió con la cabeza antes de arrancar.
En cuanto Elyse y Chloe entraron en la habitación, exhalaron al unísono, como si acabaran de escapar de la guarida de un león. Elyse murmuró: «Si me hubiera quedado despierta, habría seguido hablando. Solo ver a Rebecca me da dolor de cabeza».
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