Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1622
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Capítulo 1622:
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La frase quedó suspendida en el aire mientras saboreaba el vino y le dedicaba a Elyse una sonrisa enigmática.
—Continúa —la animó Elyse en voz baja.
Rebecca observó el vino, contemplando cómo la luz se refractaba a través del líquido—. ¿No te parecen restrictivas estas fronteras? Sí, prosperamos, pero imagina el potencial de una mayor riqueza, de territorios más extensos, de espacio para que prospere más gente de mi pueblo.
La respuesta de Elyse denotaba una suave sabiduría. «Tus ambiciones son muy elevadas. La verdadera medida de una nación no reside en su extensión física ni en sus edificios relucientes, sino en la satisfacción y el sentido de pertenencia de su pueblo».
Rebecca descartó esta filosofía con un gesto de la mano. «Quizás. Pero yo creo en la expansión perpetua. Más territorio, más riqueza, más prosperidad: esos son los indicadores del verdadero éxito».
La expresión de Rebecca hizo que Elyse se diera cuenta de que no la estaba tomando en serio.
Con un suave suspiro, Elyse se dio la vuelta, se hundió en una silla y comenzó a beber su copa.
Después de vaciarla, Rebecca habló con voz teñida de tristeza. «¿Sabes? Nunca he tenido una amiga. Nunca se me pasó por la cabeza que algún día, mientras tomaba una copa, alguien se sentaría a mi lado y me haría compañía».
Elyse levantó su vaso y respondió con un toque de calidez: «Es un placer hacerte compañía ahora».
Rebecca soltó una pequeña risa. «Sabes, tu forma de hablar siempre me recuerda a alguien de mi pasado».
Elyse arqueó las cejas con curiosidad y no pudo evitar preguntar: «¿Quién es esa persona en la que estás pensando?».
Rebecca negó con la cabeza, negándose a dar más detalles, y se limitó a decir: «Era tan bueno conmigo, pero yo le hice daño. Nunca me perdonará».
Elyse no tenía ni idea de a quién se refería Rebecca, pero algo en su interior le decía que probablemente se trataba de su padre.
Una oleada de ira brotó dentro de Elyse mientras observaba en silencio la actuación de Rebecca.
Mientras Rebecca continuaba, sus lágrimas caían como una lluvia silenciosa. «Era una persona maravillosa, pero yo lo traté muy mal. Lo lamento profundamente», murmuró con voz cargada de remordimiento.
Elyse esbozó una sonrisa burlona apenas perceptible y, con un toque de sarcasmo, comentó: «¿En serio?».
Rebecca se secó las lágrimas y esbozó una leve sonrisa. «En aquel entonces, estaba segura de que nunca me perdonaría. Pero con el tiempo, me di cuenta de que estaba equivocada. Él me perdonó hace mucho tiempo». Una vez que dejó de llorar, se secó con calma las comisuras de los ojos con un pañuelo.
Elyse arqueó una ceja, confundida. «¿Qué quieres decir con eso?».
Rebecca se enderezó y, con las manos enmarcando suavemente el rostro de Elyse, esbozó una sonrisa cómplice. —Oh, él me perdonó. No pasa nada si no lo entiendes, yo soy la única que realmente entendió lo que quería decir.
Su sonrisa se amplió y su mirada se volvió más intensa, casi depredadora. Elyse sintió un escalofrío recorriendo su espalda ante la inquietante sonrisa que bailaba en los labios de Rebecca.
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