Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1611
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Capítulo 1611:
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Jennie se puso rígida. No los reconocía. Con cautela, se incorporó en la cama, con voz temblorosa. —¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo saben mi nombre?
La sonrisa de Elyse no se alteró. —Brook me pidió personalmente que cuidara de ti mientras te recuperabas —explicó con naturalidad.
Al oír el nombre de Brook, Jennie frunció el ceño. —¿Dónde está? Necesito verlo.
Elyse mantuvo la voz tranquila. —Está en una reunión en la empresa. Vendrá en cuanto pueda. Además…
Dejó que su mirada se posara en las piernas de Jennie, y su expresión se volvió compasiva—. Tienes los pies en muy mal estado, con ampollas e hinchados. Los médicos te los han tratado, pero tendrás que quedarte aquí un tiempo para recuperar fuerzas. También estás bastante desnutrida.
Jennie se sonrojó y se frotó la nuca. —Espero no ser una carga.
Elyse soltó una risita. —En absoluto.
Jennie bajó la mirada y entrelazó los dedos, como si tuviera algo en mente, pero fuera demasiado tímida para decirlo.
Elyse se dio cuenta, pero decidió no insistir.
Para Jennie, todavía era una desconocida; si Brook hubiera estado allí, se habría sentido más cómoda.
Elyse tomó la bandeja de comida de Driscoll y se la ofreció con una sonrisa amable. —Es un desayuno especial preparado por el chef de mi casa. Brook me comentó que te gustan los pasteles dulces, así que les pedí que prepararan algo especial para ti. Pruébalos, espero que te gusten.
Jennie dudó un segundo antes de aceptar la comida, mirando rápidamente a Elyse antes de murmurar: «Gracias». Luego, como si no pudiera contenerse más, se lanzó a comer.
Le daba demasiada vergüenza admitir lo hambrienta que estaba. Corrie lo había planeado todo, decidida a despertar la compasión y la preocupación de Brook. Corrie no solo la había obligado a deambular sin rumbo en su búsqueda, sino que también la había privado de comida durante todo el día.
Cuando Jennie llegó por fin a la zona de las villas ayer, estaba completamente agotada, su cuerpo funcionaba solo por fuerza de voluntad. Cada paso había sido una lucha, pero se había obligado a seguir adelante, superando sus límites hasta que ya no pudo más.
No era de extrañar que devorara la comida en un tiempo récord.
Elyse, al darse cuenta de lo rápido que desaparecía la comida, le preguntó con delicadeza: «¿Quieres un poco más?».
Jennie se humedeció los labios, claramente tentada, pero el orgullo la detuvo. Negó con la cabeza. «No, gracias. Estoy llena».
Elyse no insistió. En lugar de eso, sacó un elegante teléfono de su bolso y se lo tendió. —Brook me ha pedido que te dé esto. Puedes usarlo por ahora, te llamará más tarde.
Jennie cogió el teléfono, rozando con los dedos su superficie lisa, y una chispa de alegría brilló en sus ojos. Pero, con la misma rapidez, su emoción se apagó.
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