Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1605
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1605:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
La expresión de Tracy se ensombreció y la decepción se reflejó en su rostro. Pero un momento después, Hardy abrió mucho los ojos. —Espera, últimamente has estado comiendo mucho más. ¿En serio? ¿Podría ser que…? —Se calló, sorprendido por la posibilidad.
Tracy, aún dolida por su comentario anterior, lo miró parpadeando, completamente desconcertada por la idea.
Hardy frunció el ceño y se frotó la barbilla. —Es demasiado pronto para saberlo. Una prueba aún no detectaría nada.
—Pero si estoy embarazada, ¿no sería increíble?
Una alegría oscura, casi febril, brilló en sus ojos. —¡Esto es! ¡Esto es lo que he estado esperando! ¡Llevar al hijo de Lowell en mi vientre es la pieza final de mi venganza!
A medida que ella se sumía en la obsesión, una tormenta de emociones contradictorias se agitaba en el interior de Hardy. Pero al final, se quedó callado, optando por permanecer en silencio a su lado.
Después de todo, él la había rescatado del borde de la muerte. Había pasado toda su vida en los campos de batalla, quitando vidas, pero hasta ella, nunca había salvado ninguna.
Salvarla le había parecido, extrañamente, una segunda oportunidad, no solo para ella, sino también para él.
Tras una pausa, Hardy dijo: «No te precipites. Dale tiempo, una prueba de embarazo no será fiable hasta dentro de un par de meses».
Tracy asintió con entusiasmo, pero en sus ojos se dibujó una pizca de incertidumbre. ¿Y si se equivocaba? ¿Y si al final no estaba embarazada?
Decidió que, cuando Lowell regresara de su viaje de negocios, tendría que acercarse más a él. Cuantas más semillas sembrara, más posibilidades habría de que alguna echara raíces.
Perdida en un torbellino de pensamientos tentadores, finalmente volvió la mirada hacia Hardy. —Cuando todo esto se calme, quizá podrías sacarme del condado a escondidas. No me veo quedándome aquí.
Hardy soltó un largo suspiro. —No pongamos el carro delante del caballo. Pasemos paso a paso. Y conmigo protegiéndote, podrás echar raíces donde te dé la gana.
Tracy asintió, con una nueva confianza que se apoderaba de ella. —Tienes razón. Ya no soy esa niña asustada. Tengo a alguien poderoso de mi lado, alguien que no duda en eliminar a la gente.
Hardy gruñó y puso los ojos en blanco. —No hablemos de matar como si fuera pedir comida a domicilio. Hace mucho que no hago nada parecido.
Tracy hizo un puchero juguetón. —¡No se te ocurra dejar tu trabajo! Si lo hicieras, no podrías permitírmelo.
Hardy se quedó sin palabras.
Brook llevaba dos días sumergido en su trabajo, concentrado al máximo, pero en todo ese tiempo no había visto ni rastro de Corrie. Cuando Corrie se quedó en silencio, supo que eso solía significar que se avecinaba una tormenta.
La conocía lo suficientemente bien como para saber que la paciencia era la clave. Esperaría, como siempre, a ver cuál era su siguiente movimiento.
.
.
.