Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1603
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Capítulo 1603:
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Tras una breve vacilación, Hardy preguntó: «¿Y tú? ¿No echas de menos a Elyse? ¿No deseas volver a hablar con ella?».
Tracy frunció ligeramente el ceño y respondió: «Ya te he dejado claro que no es el momento adecuado. Cuando todo se haya solucionado, finalmente iré a buscarla».
Hardy se detuvo un momento y, con la mirada fija, le preguntó: «¿Qué te hace pensar que te aceptará de vuelta después de todo lo que ha pasado?».
Tracy pisó bruscamente el freno, con un tono tajante. —¿Cómo podría enterarse ella de todo esto?
Manteniendo la compostura, Hardy respondió: —Una vez que cruzas la línea, es inevitable que queden rastros. Si la verdad sale a la luz, no solo Elyse estará al tanto del secreto.
Un silencio opresivo envolvió el coche antes de que Tracy finalmente respondiera: «¿Qué estás insinuando? ¿Estás dudando de tu promesa de ayudarme? Si te lo estás replanteando, dilo claramente. No hace falta andarse con rodeos».
Hardy dejó escapar un suspiro de cansancio, fijándose en el brillo salvaje de los ojos de Tracy. «No es eso lo que quería decir».
Sin molestarse en responderle, Tracy pisó a fondo el acelerador y se dirigió hacia el aparcamiento subterráneo.
La frustración bullía en el interior de Hardy mientras comentaba: «Solo creo que algún día te arrepentirás de esto. Te prometí que te ayudaría y no voy a incumplir mi palabra».
Después de aparcar, Tracy salió del coche y declaró: —¿Arrepentirme? Eso es cosa de niños. Dejé atrás mi infancia hace mucho tiempo. Lo único que queda de mí es un demonio que se alza desde las profundidades.
Hardy captó la sonrisa retorcida que esbozaba y sintió un escalofrío de malicia en su interior. Se dio cuenta de que era inútil razonar con ella, ya que estaba decidida a seguir su camino.
Respiró hondo y accedió. —Está bien, pongámonos en marcha. Volveré al hotel después de cenar.
La sonrisa de Tracy se amplió. —No hay prisa. Lowell está de viaje de negocios.
Hardy frunció el ceño. —Aun así, no podemos permitirnos correr riesgos. ¿Y si decide acortar el viaje y vuelve a buscarte? Me iré después de cenar.
Tracy se enfadó un poco, pero cedió y dejó el tema.
Una vez dentro, Tracy se ocupó de desempaquetar la comida y ponerla sobre la mesa. Mientras colocaba meticulosamente los platos, un pensamiento cruzó por su mente. ¿Por qué estaba Elyse en ese restaurante?
Entonces lo comprendió. Ella había mencionado antes que, al salir de la cadena de televisión, había un restaurante fantástico no muy lejos, al que solía pedir comida el personal.
Y, efectivamente, Elyse había ido allí justo después de salir del trabajo.
Una sensación conmovedora se apoderó del pecho de Tracy, haciéndola apretar el corazón mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus mejillas sin poder evitarlo.
Hardy sacó una Coca-Cola de la nevera, abrió la lata y dio un trago largo y satisfactorio. Al darse la vuelta, casi se le cae la lata.
Tracy estaba sentada allí, con lágrimas corriendo por su rostro, grandes y pesadas, que brillaban bajo la luz de la cocina.
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