Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1598
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Capítulo 1598:
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El hombre, tío de Brook y Jayden, la acercó a él, frunciendo el ceño con preocupación.
Su voz sonó suave y protectora. —Cariño, dime quién te ha hecho daño. Me aseguraré de que se haga justicia.
—¡Es Brook! —La voz de Corrie se quebró con angustia calculada—. Está amenazando nuestro compromiso, hechizado por una recién llegada. ¡Quiere casarse con ella!
Sus hombros temblaban con sollozos fingidos. —He soportado sus aventuras, creyendo que eran temporales. Pero ahora su relación se ha profundizado. Mi corazón no puede soportar esta traición. Solo tú puedes arreglar esto.
La ira oscureció el rostro del hombre mientras golpeaba el colchón. —Su comportamiento es cada vez más intolerable. ¡Pensar en romper un compromiso formal es absurdo!
Corrie se acercó más, bajando la voz hasta convertirla en un susurro vulnerable. —Sin tu apoyo, me abandonarán. Eso significa que nuestras preciadas visitas se acabarían…
Sus dedos trazaron un camino deliberado hacia abajo mientras hablaba.
A pesar de su edad, la resistencia del hombre se derrumbó ante sus calculados avances. La atrajo hacia sí y reclamó sus labios con un hambre desesperada.
Corrie soltó un gemido ensayado, cediendo a su abrazo con sumisión calculada, permitiéndole creer que él controlaba el encuentro.
Elyse se despertó y buscó su teléfono, donde vio un mensaje de Rebecca. Se dio cuenta de que Rebecca debía de estar preocupada. En los días transcurridos desde su regreso al condado, no le había dado ninguna noticia.
Si no le daba una oportunidad a Rebecca, esta no podría llevar a cabo su plan.
Mientras Elyse pensaba en cómo ganar tiempo, su teléfono se iluminó con una llamada entrante de Rebecca.
Aceptó la llamada, fingiendo somnolencia, como si acabara de despertarse.
Al darse cuenta, Rebecca suavizó el tono. —¿Has dormido bien, Elyse?
Elyse murmuró que sí. —Por supuesto.
Rebecca suspiró dramáticamente. —No he pegado ojo. Me preguntaba por qué no me habías contestado. ¿Ya te has olvidado de mí?
A Elyse se le escapó una risita. —¿Cómo podría olvidarte?
«Entonces, ¿qué respuesta me das a mi petición?», insistió Rebecca. «Llevo esperándote una eternidad».
Elyse se rió, con ligereza y picardía. «Dame unos días más para pensarlo».
La frustración de Rebecca bullía bajo la superficie, sospechando que Elyse podría negarse a participar en el evento. El retraso calculado de Elyse le parecía una manipulación deliberada.
Reprimiendo su creciente irritación, Rebecca preguntó: «¿Cuántos días necesitas para pensarlo?».
Elyse adoptó una expresión pensativa, aunque su mente ya había calculado su respuesta. «¿Tres o cuatro días, quizás? Estoy muy ocupada, ya lo sabes. Necesito tiempo suficiente para decidir si asistiré al evento».
Tras una pausa meditada, Rebecca cedió: «Está bien, te esperaré. Cuando se acabe el tiempo, te llamaré».
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