Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1596
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Capítulo 1596:
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La risa de Jennie brillaba con una falsa ligereza. «¿No es así? ¿No estás haciendo de anfitriona generosa con una pobre desamparada como yo en esta magnífica prisión?».
Corrie soltó su agarre y se acomodó en una silla con gracia calculada, cruzando las piernas lentamente, con deliberación. Una sonrisa depredadora se dibujó en su rostro. —Acepta cualquier ilusión que prefieras. Pero recuerda: tanta generosidad crea deudas.
La voz de Jennie se volvió dura. —Expresa tus demandas.
Corrie jugueteó con un mechón de pelo, fingiendo indiferencia. —Como futura esposa de Brook, me veo acosada por personas irritantes como tú que se le acercan.
Hizo una pausa para causar efecto. —Ya que te beneficias de mi generosidad, deberías devolverme el favor.
El silencio se prolongó durante un instante antes de que el rostro de Jennie se descomponiera en una sonrisa cómplice y despectiva. —¿Incapaz de asegurarte el amor de Brook, esperas que yo sea la guardiana de su corazón en tu nombre?
El desprecio impregnaba sus palabras. —Tu incapacidad para mantener una relación significativa es patética. ¿Por qué no lo liberas de esta farsa de compromiso?
Corrie rechazó la sugerencia con una burla. —¿Patético? Yo solo veo ventajas en esta unión. El amor es una búsqueda de tontos, propia de simplones como tú. El poder y la riqueza, esas son aspiraciones dignas.
—Entonces, ¿por qué solicitas mi ayuda? —insistió Jennie—. Si el amor está por debajo de ti y yo soy tan insignificante, entonces la verdad sale a la luz: buscas manipular las emociones de los demás para tu beneficio personal. Eres verdaderamente despreciable.
La rabia estalló en el rostro de Corrie, que se abalanzó sobre Jennie y le propinó dos salvajes bofetadas que resonaron en toda la habitación.
Las mejillas de Jennie se cubrieron de marcas rojas, testimonio de la violencia de Corrie.
—¿Te atreves a juzgarme? —La voz de Corrie se quebró por la furia.
Agarró a Jennie por el pelo y le echó la cabeza hacia atrás. El dolor arrancó un grito ahogado de la garganta de Jennie.
—Cumple mis exigencias —gruñó Corrie, apretando los dedos con fuerza—. ¡O la vida de tus padres correrá peligro!
Una risa escalofriante escapó de los labios de Jennie. —Mátalos, entonces. Se desentendieron de mí cuando se divorciaron, cuando yo tenía dieciséis años. Su destino no significa nada para mí.
—¿Es eso? ¿Y qué hay de tu querida amiga? ¿Su destino te preocupa más?
El rostro de Corrie se retorció con malicioso triunfo mientras el miedo se reflejaba en los rasgos cuidadosamente compuestos de Jennie.
Jennie sintió una oleada de pánico mientras balbuceaba: «¿Has estado investigando a mi amiga?».
Una chispa de triunfo cruzó el rostro de Corrie: había encontrado el punto débil de Jennie. La satisfacción recorrió sus venas.
Todo el mundo tenía puntos débiles; solo era cuestión de descubrirlos.
Aunque Jennie mostraba poca preocupación por sus padres, su mejor amiga seguía siendo su talón de Aquiles.
Corrie se inclinó hacia delante, con la voz cargada de malicia. —Mantén con vida a tu mejor amiga siguiendo todas mis órdenes. Sin excepciones.
—¡Eres despreciable! —espetó Jennie con los ojos en llamas—. ¡Nunca he conocido a alguien tan desprovisto de vergüenza!
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