Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1563
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Capítulo 1563:
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Mientras ella y Jayden deambulaban por el bosque susurrante, su teléfono vibró con una solicitud de amistad inesperada.
Elyse abrió mucho los ojos al ver el nombre que brillaba en la pantalla de su teléfono, su mente se negaba a aceptar lo que veía. Le mostró el teléfono a Jayden, con un hilo de voz. —¿Es Rebecca quien quiere ser mi amiga? ¿Estoy perdiendo la cabeza? ¿De verdad puede ser ella?
—La foto de perfil y el nombre coinciden —comentó Jayden, con una mirada divertida—. Parece que alguien está deseando decirte lo que piensa.
Mientras Jayden encontraba gracioso la situación, Elyse sintió un nudo en el estómago.
Con dedos temblorosos, aceptó la solicitud de amistad y escribió: «¿Puedo ayudarte en algo?».
La respuesta de Rebecca fue como una flecha: «¿Por qué te echas atrás con la actuación? No entiendo tu negativa. No me digas que te preocupa el pago».
Elyse soltó un suspiro de cansancio. «No es una decisión que haya tomado a la ligera. Simplemente no quiero participar. El dinero no tiene nada que ver».
«Qué curioso, no recuerdo que hayamos hablado del pago en nuestra última conversación», replicó Rebecca. «Déjame hacerte una oferta que te hará cambiar de opinión. Piénsalo y respóndeme».
Luego se hizo un silencio ensordecedor. Rebecca desapareció en el vacío digital, dejando los mensajes de Elyse flotando sin respuesta.
Elyse se volvió hacia Jayden, con la frustración reflejada en su rostro. —¿Qué pretende? Prácticamente me está rogando que me una a esta actuación, y sin embargo somos prácticamente desconocidas. Podría contar nuestras reuniones con los dedos de una mano.
—Tu suposición es tan buena como la mía —reflexionó Jayden, sacudiendo la cabeza—. ¿Pero este nivel de insistencia? Me está haciendo saltar todas las alarmas.
Elyse frunció el ceño. A pesar de su claro rechazo, Rebecca era como un perro con un hueso, negándose a soltar.
—Lleva una máscara de dulzura, pero ¿debajo? Es una controladora total.
—Me has quitado las palabras de la boca —asintió Jayden—. ¿Este tipo de invitaciones? Suelen ser hilos que controlan a marionetas. Mejor cortarlos antes de que puedan tirar.
Con cada segundo que pasaba, la determinación de Elyse de evitar la actuación se cristalizaba como el hielo.
Dos horas se desvanecieron mientras deambulaban por el bosque, hasta que finalmente llegaron a la puerta de Cody.
Encontraron a Cody en la cocina, colocando fruta recién cortada en un bol. Su rostro se iluminó al verlos llegar. —Servíos vosotros mismos. Los huertos de los vecinos han sido generosos esta temporada.
Mientras Elyse se acomodaba en su asiento y probaba la fruta, le contó su encuentro digital con Rebecca.
El rostro de Cody se transformó, la oscuridad se apoderó de sus rasgos mientras soltaba una risa aguda y amarga. «Algunas serpientes nunca mudan la piel».
Elyse abrió mucho los ojos, la curiosidad brillaba en su mirada. ¿Conocía a Rebecca? Pero las cuentas no cuadraban: Rebecca no podía tener más de treinta años, mientras que Cody había pasado ya de los cincuenta.
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