Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1535
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Capítulo 1535:
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El rostro de Elyse permanecía impasible como el mármol. «No. Estoy demasiado enfadada para comer».
«Los errores que cometió Shaun en el pasado no deberían ser motivo para pasar hambre», dijo Jayden en voz baja.
—¿Se ha ido? —preguntó Elyse, con el rostro aún tormentoso.
—Sí. Driscoll lo ha llevado de vuelta al hospital —respondió Jayden, moviéndose ligeramente antes de añadir—: Estaba muy ansioso por venir a cenar. Creo que esperaba que le ayudáramos a volver con Tracy.
—Desde luego, yo no voy a ayudarle con eso —resopló Elyse, con una lealtad inquebrantable hacia Tracy. No estaba dispuesta a permitir que Shaun volviera a hacer daño a su amiga.
Un pensamiento repentino y escalofriante atravesó su ira—. ¿Alguna noticia de Tracy?
Jayden negó con la cabeza. —Nada. Hice que alguien revisara las imágenes de seguridad de ayer, de la hora en que desapareció. Han desaparecido. Alguien las ha borrado.
—¿Tiene ahora un respaldo tan poderoso? —preguntó Elyse, con incredulidad en su voz.
—Cuanto más poderosas sean sus conexiones, más peligroso podría ser lo que esté planeando —dijo Jayden, con tono preocupado—. El hecho de que alguien haya borrado las imágenes significa que no quieren que la encuentren.
El horror se reflejó en el rostro de Elyse. —No creerás que realmente va a… hacer daño a alguien, ¿verdad?
La expresión de Jayden se oscureció como una nube de tormenta. —Es una posibilidad real. Tenemos que encontrarla antes de que ocurra algo terrible.
Elyse se llevó los dedos a la boca y se mordió las uñas nerviosamente, mientras el miedo se enroscaba en su estómago como una serpiente.
El agudo zumbido del teléfono de Jayden rompió la tensión. Echó un vistazo a la pantalla: un número desconocido lo miraba fijamente.
—¿Quién es? —preguntó Elyse, inclinándose hacia delante para mirar la pantalla.
—No lo sé —respondió Jayden encogiéndose de hombros y rechazando la llamada. El teléfono volvió a sonar, esta vez con más insistencia.
Con renuencia en el rostro, respondió: —¿Hola?
Una voz tan aguda como la escarcha invernal se escuchó al otro lado de la línea. —Soy Lowell Ruiz. Tenemos que vernos.
Jayden miró a Elyse, que estaba sentada en el borde de su asiento, con la curiosidad pintada en el rostro. —De acuerdo. ¿Dónde?
—Te enviaré la dirección por mensaje —dijo Lowell secamente antes de colgar con un clic decisivo.
—¿Quién era? —Elyse se inclinó hacia delante, con evidente intriga en la voz.
—Lowell Ruiz —respondió Jayden.
Elyse frunció el ceño, confundida, incapaz de entender por qué Lowell buscaría a Jayden.
Jayden se levantó con elegancia, le tendió la mano a Elyse y la ayudó a ponerse de pie. —Vamos.
—¿Adónde vamos? No voy a verlo —protestó ella, plantándose con los talones en el suelo.
—No voy a llevarte con él —dijo Jayden con un toque de exasperación—. Pero vas a terminar tu cena. Apenas has tocado. No quiero que te quedes sin comer.
Con suave insistencia, la guió de vuelta al comedor.