Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1508
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Capítulo 1508:
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Respirando hondo, Lowell finalmente habló, con una voz más fría que nunca. «Si no sabes lo que es el amor, entonces averígualo. No andes por ahí intentando arruinar la felicidad de los demás. Tienes un alma malvada». Y con eso, terminó la llamada.
Ya no podía soportar la idea de lidiar con la ira y la decepción de Dolores. Sin embargo, lo que más le pesaba era el silencio de Tracy. ¿Por qué no se ponía en contacto con él?
No respondía a sus mensajes. Lowell terminó su trabajo, pero en lugar de salir de la oficina como de costumbre, se quedó esperando, con la esperanza de recibir un mensaje de Tracy.
El tiempo pasaba y, a las 8 de la tarde, su paciencia se estaba agotando. Empezó a preguntarse si no estaría pareciendo desesperado, aferrándose a algo que se le estaba escapando de las manos.
Quizá era hora de dejarlo ir, de alejarse y seguir adelante por completo. Justo cuando estaba a punto de rendirse y ahogarse en sus propias dudas, un pitido de su teléfono rompió el silencio. Tracy le había enviado un mensaje.
El alivio se apoderó de él como una marea. Pero cuando leyó su mensaje, no pudo evitar reírse ante lo absurdo de todo. Su teléfono se había caído al agua de forma inesperada. Había intentado arreglarlo, pero ya era demasiado tarde, así que tuvo que comprar uno nuevo.
Lowell exhaló lentamente y respondió rápidamente, tratando de disimular su irritación con humor. «Es solo un teléfono. La próxima vez, no pierdas el tiempo arreglándolo, compra uno nuevo. Yo lo pagaré, no es para tanto».
Un pequeño suspiro se le escapó mientras escribía: «Empezaba a pensar seriamente que me habías dejado plantada. He esperado una eternidad».
Tracy respondió casi de inmediato, con un toque de culpa en sus palabras. «Por favor, no te enfades conmigo. Yo también estoy disgustada. El técnico me ha timado. Si me hubiera dicho que no se podía arreglar, habría comprado uno nuevo enseguida».
La frustración de Lowell estalló. Le respondió un mensaje, con el ceño fruncido. «La próxima vez, no te molestes en intentar arreglar tu teléfono, aunque sea un problema insignificante. Cómprate uno nuevo y yo lo pagaré. Pero, por favor, no me dejes colgado otra vez. Estaba muy enfadado».
Tracy no respondió esta vez.
Lowell esperó. Y esperó. El silencio le carcomía, acelerando su corazón. Murmuró en voz alta: «¿Por qué no respondes? ¿Qué pasa? ¿Ocurre algo? ¿Estás haciendo algo a mis espaldas?».
«¿Crees que soy el tipo de mujer que haría algo turbio a tus espaldas?». Sin previo aviso, Tracy apareció en la puerta de la oficina, con el rostro medio oculto por una máscara, su presencia como una tormenta repentina.
El corazón de Lowell dio un vuelco. «¿Cómo has llegado hasta aquí?».
«He venido a verte», dijo ella, con voz suave y sincera, mientras se acercaba a él y se acomodaba suavemente en su regazo.
Le puso una mano en la mejilla y le susurró: «Sé que la he fastidiado, haciéndote esperar todo el día. Lo siento mucho».
El estado de ánimo de Lowell se ensombreció aún más. «No tienes ni idea del día que he tenido».
Tracy parpadeó hacia él, rodeándolo con los brazos en un intento de consolarlo. «Cariño, lo siento. No quería que pasara nada de esto. Ese tipo de las reparaciones me estafó por completo».
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