Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1481
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Capítulo 1481:
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La boca de Gavin se crispó, su incredulidad era evidente. El cambio de tono de ella fue más rápido de lo que él pudo seguir.
Elyse abrió la boca para objetar, pero antes de que pudiera decir una palabra, Jayden deslizó un brazo alrededor de sus hombros y la acercó a él. Su voz era baja, una mezcla de burla y advertencia. «Déjalos tener su momento».
El rostro de Elyse era una tormenta de emociones. «¡Gavin podría golpearla de verdad!», susurró ferozmente, sus ojos dirigiéndose hacia los puños apretados de Gavin.
Jayden sonrió burlonamente, sacudiendo la cabeza. «Es un caballero. No haría eso».
Pero cuando vio las manos blancas de Gavin, añadió con una risita: «A menos, claro, que ella lo empuje demasiado lejos».
A pesar de su clara frustración, Gavin se contuvo. Su voz era entrecortada mientras hablaba. «Déjame».
Freda se hundió más en su pecho, con un tono juguetonamente desafiante. —No. No quiero. Solo quiero abrazarte. Su obstinada insistencia solo aumentó la incómoda tensión en la habitación.
El rostro de Elyse se arrugó de preocupación. —Está borracha. Deberíamos llevarla a casa.
Antes de que pudiera decir más, Jayden le puso una mano suavemente sobre la boca y la acercó a él.
Gavin levantó una ceja, con una mirada fría y calculadora. —¿Así que así está cuando bebe?
Sin esperar respuesta, se inclinó y cogió a Freda en brazos. Sus movimientos eran firmes pero cuidadosos, como si ella fuera un paquete que no quería especialmente pero que no podía evitar manipular. Elyse los miró fijamente, con la mandíbula floja por la incredulidad. ¿Qué estaba pasando?
Gavin echó un vistazo rápido por encima del hombro, con voz firme e inescrutable. —Seguid vosotros dos. Freda y yo tenemos que tener una conversación privada.
El rostro de Elyse se tensó con preocupación, su voz temblaba. —Freda no va a ser golpeada por Gavin, ¿verdad?
Jayden se echó hacia atrás, sujetándola con firmeza del brazo para evitar que saliera corriendo. Su tono era tranquilo, casi burlón. —Y si lo hiciera, ¿qué harías exactamente? Es una mujer adulta. No se dejó llevar, ¿verdad? Eso significa que no le importa que se la lleve.
Elyse frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, Jayden suavizó la voz, tratando de tranquilizarla. —Cariño, no te preocupes por los problemas de los demás. Centrémonos en nosotros para variar.
Elyse giró la cabeza hacia él, con los ojos entrecerrados por la sospecha. —¿Qué quieres decir con eso? ¿En qué tengo que centrarme exactamente? Y deja de sujetarme, solo quiero volver a mi habitación y descansar.
Jayden sonrió, deslizando un brazo alrededor de su cintura como para evitar que se escapara. Su sonrisa tenía un toque travieso. —Sabes, me acabo de dar cuenta de algo. Nos hemos divertido en muchos sitios, pero no en el sótano. Quizá deberíamos renovarlo, convertirlo en nuestro refugio de placer. ¿Qué te parece?
Elyse lo miró fijamente, con las mejillas enrojecidas por una mezcla de frustración e incredulidad. Por un momento, se contuvo, mordiéndose la lengua. Luego, incapaz de contenerse, espetó: «¿No puedes pensar en otra cosa que no sea sexo durante cinco minutos?».
Gavin sacó a Freda de la villa y se metió en su coche. Después de sentarla en el asiento trasero, no arrancó el motor. En su lugar, abrió la puerta, dejando que el viento helado se colara en el interior.
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