Atada por el amor La ternura de mi marido discapacitado - Capítulo 1396
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1396:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Aunque no puedas soportarlo, no tendrás más remedio que intentarlo».
Tracy rodeó el cuello de Lowell con sus brazos, y una suave risa escapó de sus labios cuando sus manos comenzaron a explorar, desnudándola con cuidado deliberado.
Pero justo cuando le bajó las bragas, se detuvo, con la respiración entrecortada.
«¿Quizá deberíamos ir a un hotel en su lugar?».
Aunque Tracy siempre se había referido a sí misma como su «amante secreta», no le importaba la idea de algo más. No le importaría convertirla en su novia.
Tracy puso los ojos en blanco, con una sonrisa burlona en las comisuras de los labios.
—Ya has llegado muy lejos —la reprendió, con voz suave pero firme—.
No voy a parar para ir a un hotel.
Lowell se rió de su determinación, su ardiente confianza no le dejaba espacio para discutir. Sin más vacilación, se inclinó hacia ella, presionándola con su peso.
Tracy sintió el cambio, su naturaleza juguetona afloró al empujar contra su pecho.
«Solo hazme sentir sin dolor, ¿de acuerdo?», bromeó ella, con los ojos brillantes de picardía.
Él asintió, su mirada se suavizó con tranquilidad. Sin embargo, a medida que avanzaba, la resistencia que encontraba lo hizo detenerse, el sudor se formaba en su frente. A pesar de sus mejores esfuerzos, su rigidez lo hacía difícil.
«¿No puedes soportar ni un poco de dolor?».
«¡Humph! Ni siquiera un poco», bromeó ella, entrecerrando los ojos.
Lowell suspiró, ajustando su enfoque, sus movimientos pacientes e intencionados. Trabajó con cuidado, asegurándose de que ella estuviera cómoda antes de deslizarse dentro de ella. Incluso entonces, un pequeño estremecimiento se le escapó.
Ella le dio un ligero golpecito en la espalda, con el ceño fruncido de descontento.
—Te dije que con suavidad, ¿recuerdas? Eso duele.
«Lo siento», murmuró Lowell, con una voz inusualmente suave mientras bajaba la cabeza. Por un momento, se quedó inmóvil, esperando su aprobación para continuar.
Tracy, sintiendo por fin un cambio, dejó escapar un suspiro de satisfacción, y su descontento se convirtió en algo más cálido.
«Está bien», dijo, y su voz volvió a tener un tono burlón.
«Veamos si puedes redimirte».
Lowell no tardó en encontrar su ritmo, su vacilación inicial fue sustituida por una creciente confianza. Juntos, se movían sincronizados, sus respiraciones se mezclaban, la tensión entre ellos aumentaba a cada momento.
Entonces, justo cuando el aire entre ellos se espesaba, el inconfundible zumbido de un teléfono atravesó la atmósfera.
Jadeando suavemente, Tracy le provocó: «¡Contesta! ¿Y si es importante?».
Lowell siguió su mirada hasta el teléfono que descansaba sobre la mesa al otro lado de la habitación. Por un momento fugaz, sus palabras cruzaron su mente. ¿Podría ser el hospital otra vez? El pensamiento provocó un destello de vacilación, pero no duró.
.
.
.