Amor en la vía rápida - Capítulo 433
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Capítulo 433:
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Los dedos de Karl volaban por el teclado, pero el programa se mostraba terco e inflexible. A pesar de sus esfuerzos durante los últimos 20 minutos, no había hecho ningún progreso.
Iker, cada vez más impaciente, miró la hora y comentó: «¿Has terminado? Ya ha pasado media hora».
Karl respondió con determinación: «Lo intentaré de nuevo».
Había mucho en juego. Si no conseguía neutralizar el programa malicioso del hacker, el ordenador de Iker quedaría inutilizado. Al darse cuenta de la importancia del ordenador para Iker, Karl sintió una oleada de ansiedad. Su trabajo estaba en juego.
Iker tenía un historial de despidos de empleados que no cumplían sus expectativas. La permanencia de Karl en Wilson Manor había sido larga, gracias a sus habilidades. Sin embargo, si fallaba ahora, sabía que podría ser despedido en un santiamén.
Norah había cambiado de posición varias veces y comprobado la señal de otras cámaras.
Cuando se fijó en Hank, encontró su habitación a oscuras y no oyó nada más que sus fuertes ronquidos de borracho.
Al mover la cámara a la habitación de Larry y Elsa, Norah se sorprendió. Un hombre yacía inconsciente en la cama, mientras una mujer lo atendía con una toalla húmeda bajo la tenue luz amarilla.
El hombre era Larry, pero la mujer era Hadley. Hadley parecía preocupada mientras frotaba la frente sudorosa de Larry con un paño fresco y húmedo.
Norah no pudo evitar una leve sonrisa. Larry y Hadley juntos era un giro inesperado.
En la mesa del almuerzo de hoy, los dos no intercambiaron ninguna mirada. Norah no tenía ni idea de que entre ellos hubiera un romance. ¿Acaso no le preocupaba a Hadley la posibilidad de que Elsa o Hank la descubrieran al entrar atrevidamente en el dormitorio de Larry?
Norah los observó, su sorpresa claramente evidente.
La pantalla volvió a la habitación de Iker, donde Karl seguía frente al ordenador, buscando desesperadamente un resquicio legal. Por desgracia, no encontró ninguna.
La expresión de Iker era sombría.
«Si no puedes resolverlo…».
«¡Ya está hecho!» exclamó de repente Karl, interrumpiendo a Iker.
Iker se quedó momentáneamente sin habla. Consultando la hora en el ordenador, Norah se dio cuenta de que había llegado el momento.
«¡Buen trabajo, Karl!» gritó Iker, palmeando a Karl en el hombro con entusiasmo. «Sabía que podías arreglarlo».
Karl abrió la boca, a punto de confesar que el ordenador se había resuelto solo antes de que él hiciera nada, pero dudó y optó por guardar silencio. En lugar de eso, se jactó: «El hacker no era más que una pequeña molestia. Pensaron que podían meterse conmigo. Si vuelven a intentarlo, se arrepentirán».
Karl, henchido de orgullo, pareció olvidar las luchas anteriores a las que se había enfrentado.
Norah lo observó con sorna, pensando en cómo Karl, al igual que su jefe, aprovechaba cualquier oportunidad para atribuirse méritos donde no debía.
Sin embargo, ésa no era la única sorpresa que tenía preparada. Karl inspeccionó el ordenador a fondo, confirmando que el software, el hardware y la red funcionaban correctamente.
«La cámara está rota. No hay ninguna grabación de vídeo», anunció, con cuidado de no husmear en otros archivos. Tras completar sus comprobaciones, se levantó.
«Sr. Wilson, el ordenador está operativo. Mañana mismo me encargaré de sustituir la cámara».
Iker se echó hacia atrás y despidió a Karl con un gesto de la mano. La cámara rota era la menor de sus preocupaciones. Al fin y al cabo, nadie podía acceder a su despacho sin llave.
A continuación abrió un archivo enviado por un subordinado y empezó a leer atentamente.
Pero en la pantalla aparecieron dos números. Desconcertado, llegó a preguntarse si estaba viendo cosas debido a su resaca.
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