Amor en la vía rápida - Capítulo 1421
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Capítulo 1421:
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«Cinco años. La última vez que te vi fue durante una misión», respondió Kason.
Sus palabras eran distantes, pero había un ligero rastro de preocupación.
Allanson, imperturbable ante su tono distante, se rió entre dientes.
«He oído que la doctora que me salvó es una belleza impresionante. Esperaba darle las gracias en persona, quizá incluso ver si surgía algo, pero no me ha dado la oportunidad».
La expresión de Kason se ensombreció ligeramente.
«No te molestes. Está comprometida».
«¿Ah, sí? ¿La conoces? Espera, ¿eso es celos? No me digas que sientes algo por ella», bromeó Allanson.
—He venido a ver cómo estás, no a entretenerme con tonterías. Si sigues hablando así, me voy ahora mismo.
—Está bien, está bien —Allanson se rió y levantó las manos en señal de rendición. Pero el movimiento le agravó accidentalmente la herida, haciéndole hacer una mueca de dolor.
Unos instantes después, añadió
—Aun así, tengo que admitir que la doctora Wilson es increíble. Dicen que la recuperación del comandante se debe enteramente a ella. Es realmente extraordinaria».
La gente admiraba naturalmente la fuerza, y los médicos expertos inspiraban un respeto aún mayor.
Kason permaneció en silencio, con la mirada perdida mientras jugueteaba con los dedos. A veces, una sola decisión equivocada no dejaba lugar a la redención. No podía evitar preguntarse: si hubiera llevado a Norah a la familia Hayes en aquel entonces, ¿las cosas habrían sido diferentes?
Las bromas se desvanecieron y el tono de Allanson se volvió serio.
—Kason, escúchame, vuelve. Sé lo de tu lesión, pero entrenar a los reclutas en la base es mucho mejor que estar sin hacer nada.
Kason había sido un soldado de élite y su jubilación anticipada fue un duro golpe para el ejército.
—Lo pensaré —dijo Kason en voz baja.
Era la primera vez que no se negaba rotundamente, y ese atisbo de esperanza motivó a Allanson a seguir persuadiéndolo. Habían servido juntos durante años y Allanson lo admiraba profundamente. Ver a Kason retirarse prematuramente era algo que no podía aceptar.
Norah no prestó atención a cuestiones menores durante su estancia en el distrito militar, manteniéndose ocupada en el hospital. Su plan era sencillo: marcharse una vez que el comandante se estabilizara.
—Doctor Wilson, le debo la vida por su ayuda —dijo el comandante con voz débil pero firme, recostado contra la cabecera de su lujosa cama de hospital. Su recuperación era evidente, y su tez, antes pálida, mostraba signos de vitalidad—. Si hay algo que desee, solo tiene que decirlo. Si es razonable, lo haré realidad —añadió con firmeza.
Solo había tres personas en la habitación, incluido su ayudante de confianza, lo que era una prueba del nivel de confianza que depositaba en Norah.
Agradecido por haberle salvado la vida, el comandante había estado deliberando sobre la mejor manera de recompensarla. Con su reputación mundial, su riqueza y su influencia, las muestras de gratitud habituales le parecían insuficientes. Así que dejó la elección en sus manos, dispuesto a concederle cualquier petición razonable.
Su estatus en el país era primordial y sus palabras tenían un peso significativo.
Norah sonrió, con tono tranquilo y seguro. «Ya que se ofrece, me gustaría colaborar con el Gobierno en la producción farmacéutica». Describió la eficacia de remedios como el Polvo Rejuvenecedor y la Píldora Nutritiva, que llevaban la marca del Doctor Sobrenatural.
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