Amor en la vía rápida - Capítulo 1392
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1392:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Duncan apretó el volante con fuerza y preguntó con voz tensa y ronca: «Y ahora, ¿qué? ¿Te plantearías casarte?».
Joanna juntó las manos y se volvió hacia él. «Si es contigo, me casaría».
Al escuchar sus palabras, Duncan casi pisa el acelerador en lugar del freno cuando se acercaban a una parada. Afortunadamente, logró controlarse justo a tiempo y evitó una ráfaga repentina de velocidad en la tranquila carretera.
—Yo… —Duncan vaciló, con la garganta apretada mientras pensaba en sus orígenes—. Yo… No soy como Sean ni como los demás. No tengo poder ni riqueza. No soy nadie. Si te casas conmigo, la vida podría ser dura para ti.
—No pasa nada. Tengo dinero.
Joanna levantó una ceja, con la mirada firme e inquebrantable. «Mientras estés dispuesto a casarte conmigo, todo lo demás no importa».
Sus palabras encendieron un fuego de determinación en los ojos de Duncan. «De acuerdo. Lo entiendo».
En realidad, Duncan no era tan necesitado como aparentaba. Su época como mercenario le había reportado unos ahorros considerables. Aunque no era tan rico como los jóvenes herederos de familias influyentes, había logrado ahorrar millones de dólares. Creía que podía darle a Joanna la vida que se merecía con trabajo duro.
—Duncan, si tienes pensado declararte, será mejor que te des prisa. Después de ver la propuesta de Sean hoy, estoy conmovida. Pero si esperas demasiado, puede que no sienta lo mismo —bromeó Joanna, con una sonrisa pícara en los labios.
Su comentario juguetón tocó la fibra sensible de Duncan. «Empezaré a prepararme enseguida. Espérame».
No podía organizar un gran gesto como el de Sean, pero estaba decidido a que su propuesta fuera sincera.
Al caer la noche, el ambiente entre Sean y Norah se caldeó.
Inspirados por la anterior propuesta de Sean, su pasión alcanzó nuevas cotas. Norah gimió suavemente, con los brazos alrededor del cuello de Sean. Sus ojos brillaban con picardía y deseo. «Sean, sé suave…».
Sean se apoyó sobre ella, con las palmas de las manos en la cama, con el rostro a pocos centímetros del suyo.
Su belleza lo cautivó, y el anhelo en su mirada intensificó sus deseos.
—¿Suave? —murmuró con voz baja y provocadora—. Cariño, sabes que no puedo prometer eso…
Sus cuerpos se movían en un ritmo perfecto, la intensidad aumentaba hasta que alcanzaban el clímax de su pasión.
Un escalofrío los recorrió mientras alcanzaban el orgasmo, dejándolos sin aliento en los brazos del otro.
—¡Eres tan malo! ¿Por qué no preparaste los condones? ¿Y si me quedo embarazada?
Su tono juguetón iba acompañado de suaves dedos que trazaban círculos en su pecho, rozando ocasionalmente sus abdominales.
«Lo siento. Es culpa mía», admitió Sean con un ronroneo de satisfacción, habiendo cumplido sus deseos. Se había olvidado por completo de comprar nuevos condones después de usar los últimos. «Pero estos son tus días seguros, ¿no? No te quedarás embarazada». Desde que Norah había vuelto con él, Sean había seguido habitualmente sus ciclos.
Él le frotó suavemente el estómago, con voz tierna. «Incluso si estás embarazada, no pasa nada. Nos casaremos y formaremos una familia».
.
.
.