Amor en la vía rápida - Capítulo 1357
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Capítulo 1357:
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«Kayla, voy a hipnotizarte con este reloj de bolsillo. Cuando oigas música de piano, subirás al escenario y actuarás hasta que termine la pieza, y entonces te despertarás».
Kayla sintió una oleada de ansiedad, y se le formaron gotas de sudor en la frente. «Vale».
«No te preocupes, todo irá bien», susurró Norah tranquilizándola y limpiándole la frente con suavidad. «Solo tienes que mantener la vista en el reloj de bolsillo y seguir su movimiento…».
De repente, el tictac del reloj llenó el aire. La visión de Kayla se nubló y se encontró de pie en un gran escenario, frente a un piano. Cuando miró a su alrededor, el lugar le resultó familiar.
Era el lugar donde dio su primera actuación después de su descanso por maternidad. El público aplaudía su regreso, el auditorio rebosaba de gente emocionada por su actuación. Ahora lo recordaba.
Durante esa actuación, había cometido varios errores. Antes de que la pieza concluyera, algunos miembros del público empezaron a irse, expresando su decepción.
Sentada en el escenario, observó con desesperación cómo la gente se iba, con los dedos temblorosos. ¿Por qué se iban? Sabía que podía tocar bien. Solo había sido un desliz. Aquel día seguía siendo un recuerdo inquietante que deseaba olvidar.
Una secuencia de notas la devolvió al presente. Con calma, se sentó al piano, colocó las manos sobre las teclas e inhaló profundamente. Comenzó a tocar la melodía familiar con aplomo, la melodía que había dominado en innumerables actuaciones revivió bajo sus dedos. Cerró los ojos, inmersa en la música. La sala quedó en silencio, llena solo de las notas resonantes de su piano.
Cuando la pieza concluyó, abrió los ojos al sonido de un vigoroso aplauso. El público la miró con alegría y admiración, sus aplausos resonando cálidamente.
Una oleada de euforia la invadió, sus mejillas se calentaron de emoción. Al enfrentarse a la pesadilla de ese día, se dio cuenta de que no era tan aterrador como recordaba, y supo que podía completar una gran actuación.
Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras se empapaba de los aplausos y elogios que tanto había echado de menos, desbordando sus emociones.
De repente, la realidad volvió a filtrarse y vio el rostro preocupado de Norah ante ella.
«Kayla, ¿cómo te sientes?». Norah había guiado a Kayla de vuelta a un día que había temido, con la esperanza de que le ayudara a superar sus miedos pasados.
«Norah, gracias», Kayla abrazó a Norah, con lágrimas en los ojos, y dijo: «He evitado ese día durante tanto tiempo, siempre perseguida por ese remordimiento. Gracias».
Norah le dio una palmadita y respondió: «No pasa nada, Kayla. Terminaste esa pieza con valentía. Ahora dime, ¿hay algo más a lo que le tengas miedo?».
«No. Esos errores fueron una pesadilla que temía recordar. Cada vez que subía al escenario, pensaba en esa pieza incompleta y en el público decepcionado, lo que erosionaba mi confianza y me hacía temer actuar».
«Ahora puedes intentarlo de nuevo, Kayla. Tocas el piano de maravilla. Mereces un público».
Kayla se recompuso y se secó las lágrimas. «Norah, siento mi arrebato emocional. Ahora quiero intentar actuar en un escenario. Sin tu ayuda, no me habría reconciliado conmigo misma tan rápidamente».
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